«Me duele personalmente (no haber recibido una llamada), pero sobre todo que el lehendakari no haya todavía abierto la boca sobre lo que aconteció el martes», dijo Iturgaiz. Para el presidente del PP vasco, «es sorprendente que cuando el jefe de la oposición sobrevive a un atentado, Ibarretxe todavía no se haya puesto en contacto con él. Imagínense que algo similar le ocurriese a Zapatero y que Aznar no le llamase al minuto siguiente». «Algunos dirigentes del PP vasco y la familia de Iruretagoyena estamos vivos de milagro, porque ETA buscó provocar una verdadera masacre», aseguró.
Pese a restar importancia al hecho de que la Ertzaintza no encontrara la bomba en las dos primeras inspecciones del cementerio, el dirigente popular señaló que el consejero de Interior, Javier Balza, deberá explicar la actuación policial, que Iturgaiz conoce por las informaciones que le han dado sus escoltas de la Ertzaintza y por la llamada ayer de Balza al parlamentario del PP Carlos Urquijo.
Según la hipótesis expuesta ayer por el consejero vasco de Interior, Javier Balza, el dispositivo desplegado por la Ertzaintza en el cementerio de Zarautz, durante el homenaje al edil del PP José Ignacio Iruretagoyena, pudo haber evitado el atentado que ETA intentó cometer. Balza informó de que la bomba estaba compuesta por unos cinco kilos de dinamita Titadine, probablemente de la robada por ETA en Francia, con tornillería gruesa como metralla que, de haber hecho explosión, hubiera causado muertes seguras.
El consejero explicó que la hipótesis con la que trabaja la Ertzaintza es que ETA colocó la bomba antes del acto convocado por el PP. Según las investigaciones, el artefacto estaba colocado en una maceta de la sepultura inmediatamente contigua a la de Iruretagoyena y elevado a más de un metro de altura, lo que pudo provocar que en la inspección anterior a la celebración del acto no fuera detectado por los perros adiestrados.
Aunque no descartó que la bomba fuera colocada después del acto del PP, Balza apuntó como hipótesis más probable que la Ertzaintza evitó el atentado gracias a su cordón de seguridad, que pudo obligar a los terroristas a permanecer a demasiada distancia como para poder accionar el mando.