El secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, se comprometió ayer a «no defraudar» en el impulso de un «cambio tranquilo» en este partido, pero pidió tiempo a los militantes y subrayó la necesidad de afrontar con «calma y serenidad» los retos que a su juicio tienen ante sí los socialistas. Zapatero, durante su intervención en el acto de clausura del 35 Congreso del PSOE, aseguró que se abre una nueva etapa en el PSOE, en la que será preciso -dijo- ponerse a trabajar «con eficacia y disciplina», y exigió a los dirigentes provinciales y regionales que traten también de «poner orden» en sus organizaciones en los próximos congresos provinciales que se van a celebrar.
Definió el socialismo como «un tránsito entre la nostalgia y la esperanza», situó la victoria de Felipe González en 1982 en el ámbito de la nostalgia, y convocó a los socialistas y a toda la sociedad a una «nueva esperanza: la victoria electoral en el año 2004». El nuevo líder del partido tuvo palabras de agradecimiento hacia el resto de aspirantes a la secretaría general, Matilde Fernández, Rosa Díez y José Bono, y se dirigió especialmente a este último para resaltar «su talla política, humana y moral» por facilitar la tarea para conformar la nueva dirección.
«El cambio comienza hoy; no vamos a esperar a las próximas elecciones o a estar en el Gobierno central ni los autonómicos para hacerlo», aseveró Zapatero, quien destacó la necesidad de que el PSOE se constituya en una oposición «fuerte y eficaz», si bien precisó que «una oposición no es la exaltación del ruido ni la furia». Aseguró que el PSOE no practicará «ni la crispación, ni la infamia, ni la furia; no buscaremos la destrucción de nuestros adversarios, porque ellos también son parte necesaria de esta sociedad y porque pronto los necesitaremos como oposición democrática», y subrayó como características principales de una buena oposición que suponga «un factor de cambio y de progreso social».