Jordi Pujol ha renovado a fondo el Gobierno con el que afronta su sexto y último mandato y una etapa difícil porque carece de mayoría en el Parlamento catalán y debe afrontar importantes retos, como la negociación del nuevo modelo de financiación y la reclamación de más poder político para Catalunya. La última legislatura de Pujol se caracterizará también por el debate sobre su sucesión al frente de CiU, una cuestión que ha estado muy presente en la configuración del Gobierno y se ha reflejado en la creación de dos superconselleries, una para el líder de UDC, Josep Antoni Duran i Lleida, que entra por primera vez en el ejecutivo catalán, y otra para el titular de Economía, Artur Mas.
En el decreto firmado ayer por el presidente catalán para nombrar a los catorce nuevos miembros de su gobierno aparecen siete nombre nuevos, incluido Duran, se incrementan hasta tres el número de conselleries y desciende la media de edad del ejecutivo. El conseller de la Presidencia, Xavier Trias, encabeza la lista de los consellers que siguen en sus cargos, seguido de Eduard Rius (Sanidad y Seguridad Social), Pere Macías (Política Territorial y Obras Públicas), Nuria de Gispert (Justicia) y Antoni Subirá (Indústria, Comercio y Turismo).
También continúa Xavier Pomés, que seguirá al frente de la policía autonómica y los bomberos de la Generalitat desde el nuevo departamento de Interior, pero ha perdido las competencias en materia de administración local, que se quedan en Gobernación y Relaciones Institucionales, el remodelado departamento que dirigirá Duran i Lleida.
Duran es el principal protagonista de la remodelación, ya que asume una de las principales carteras del Gobierno y eleva considerablemente el peso que tenía hasta ahora Unió Democrática en los ejecutivos de CiU. Tendrá a su cargo las relaciones del Gobierno con el Parlament catalán, la acción exterior de la Generalitat, la función pública, la administración local y la coordinación electoral, además de seguir al frente de la Comisión Mixta de Traspasos Estado-Generalitat.