Hoy se cumple un año desde que ETA cometió su último asesinato, el del edil popular de Rentería Manuel Zamarreño, asesinado al hacer explosión una moto-bomba cuando bajaba a comprar el pan en esta localidad. Nueve meses después de que la banda terrorista anunciase el alto el fuego, el Gobierno sigue creyendo que el análisis de tregua trampa sigue siendo válido en el sentido de que el cese de atentados es utilizado como una táctica política para conseguir la llamada construcción nacional. Tanto el Ejecutivo de Aznar, el vasco, y las distintas formaciones de Euskadi utilizaron el común denominador de la esperanza poniendo sus propias precisiones.
Desde esa perspectiva, Piqué consideró que la tregua hay que valorarla «no como un avance hacia una auténtica voluntad de paz, sino como un elemento de táctica política y, por lo tanto, desde ese contexto sí se puede considerar una trampa».
A su juicio, lo que hay que hacer es que la tregua, «que forma parte de una táctica política, se convierta en el gérmen de una tregua definitiva y en el abandono definitivo de las armas». Asimismo, Piqué opinó que tras un año sin asesinatos se ha demostrado que los planteamientos de Lizarra, «que llevan el germen de la división, no tiene futuro».
El portavoz del PNV en el Congreso, Iñaki Anasagasti, por su parte, consideró necesario que ahora se pase de una tregua indefinida a una definitiva. Para ello, aportó como receta «trabajar mucho y dejarse del lenguaje de trinchera del PP y de que hay que obtener una victoria policial».
EL PSOE también ponderó los doce meses sin atentados. Sin embargo, sostuvo que es «imprescindible» que la banda terrorista deje definitivamente las armas. Por parte del PP vasco, su presidente, Carlos Iturgaiz, afirmó que ETA debe darse cuenta de que «no puede ser la espada de Damocles de los vascos, que no va a ser la tutora, porque no lo ha sido antes ni en el futuro, y no va a tener ningún rendimiento político por dejar de asesinar».
Desde IU-EB, su coordinador general, Javier Madrazo, manifestó que este primer año sin atentados constituye una «buena noticia», porque permite «albergar importantes esperanzas. No obstante, apuntó tres problemas que se deben resolver para avanzar en ese camino: aprobar una ley que recompense moral y económicamente a las víctimas, propiciar el acercamiento de todos los presos a Euskadi y constituir «con urgencia» una mesa por la paz en Euskadi que resida en el Parlamento vasco.