«He decidido presentar mi renuncia como candidato socialista a la Presidencia del Gobierno». José Borrell anunciaba con estas palabras su dimisión como aspirante a La Moncloa después de una semana de presiones por su relación con los ex altos cargos de Hacienda José María Huguet y Ernesto Aguiar, nombrados por él mismo cuando ocupaba la secretaría de Estado de Hacienda y que han reconocido haber recibido más de 500 millones en cuentas suizas. Este hecho fue la gota final del vaso que propició que Borrell tomase tan drástica decisión.
No obstante, Borrell no quiso marcharse sin hacer una alusión al PP y al Gobierno, asegurando que su ejemplo no será seguido por aquellos adversarios políticos afectados «de forma directa por escándalos, irregularidades, delitos e incluso sentencias firmes».
Recordó, aunque sin nombrarlos, los casos que salpican a algunos cargos del PP que, en la actualidad están en el Gobierno, como es el caso del ministro de Industria, Josep Piqué, el ministro de Fomento, Rafael Arias Salgado, o, incluso, el propio presidente, José María Aznar, en relación con el 'caso Zamora'.
En este sentido, Borrell, señaló ser consciente de que «no se utiliza la misma vara de medir para todos» y afirmó estar seguro de que «no seguirán mi ejemplo aquellos adversarios afectados de forma directa por escándalos, irregularidades, e incluso sentencias firmes». Añadió que «no todos los políticos son iguales» y aseguró, en este sentido, que «los más limpios están a la izquierda».
Borrell reiteró que no tiene nada que ocultar respecto a las irregularidades cometidas por sus ex colaboradores de Hacienda, Huguet y Aguiar, pero reconoció haber «cometido errores de apreciación sobre las personas», algo que, en su opinión, «puede deteriorar la imagen» de su partido.
Tratando de evitar que esto se produzca y que los candidatos socialistas a las próximas elecciones se vean afectados por sus errores del pasado, Borrell tomó la decisión de renunciar.