Las calles del País Vasco y Navarra fueron ayer, un día más testigos de la violencia de los radicales, que subieron el tono de la violencia callejera y sembraron la jornada de ataques en protesta por las últimas detenciones de miembros de ETA. La bomba colocada en el despacho del concejal del PSE en Ordizia, José Manuel Ros, fue el más grave de ellos. Después el blanco se desplazó al Palacio de Justicia de Durango, la casa del Pueblo de Bermeo, mobiliario urbano y sucursales bancariass.
La sede de los Juzgados de Durango (Vizcaya) fue atacada con artefactos incendiarios por un grupo de encapuchados, lo que originó daños de escasa cuantía, al igual que los registrados en una apeadero de Renfe, al que prendieron fuego individuos que llevaban igualmente cubierta la cabeza.
En Bermeo, otro grupo de encapuchados, armados con bates de béisbol, atacó la sede del PSE-EE, sobre la una del mediodía provocando diversos desperfectos. El ataque al despacho del socialista José Manuel Roa se saldó con los daños materiales al inmueble, sin que hubiera que lamentar daños personales. Éste no es el primer atentado que sufre. El pasado nueve de enero ya sufrió una explosión provocada por un artefacto casero que causó daños de menor cuantía.
Los sucesivos ataques de los radicales en el País Vasco y Navarra tras las últimas detenciones de miembros de ETA en París y Guipúzcoa provocaron la reacción de las distintas formaciones políticas, que condenaron estos golpes como una forma de presión contra la sociedad vasca. PP, PSOE e IU instaron una vez más al PNV y EA a que rompan con EH. Mientras, HB anunció que se reunirá esta semana con distintos partidos para dar una «respuesta conjunta» a las mencionadas detenciones.