La cada vez más mediática presencia de indigentes y personas sin hogar en los aeropuertos españoles dejó en el de Mallorca una de esas imágenes que han dado la vuelta al país a raíz de la masificación en aerródromos como el madrileño de Barajas. Allí, la gestión de esta problemática recae en el Ayuntamiento de Madrid, y en el caso de Son Sant Joan, desde Aena señalan que la atención hacia los protagonistas de esta dura realidad recae en el Consell de Mallorca.
Porque posee en la Isla las competencias en esta materia de la mano del Institut Mallorca d'Afers Socials (IMAS), desde el que explicaron que llevan a cabo un seguimiento de este caso tan llamativo y mediático, dada la acumulación de este perfil de personas en riesgo de exclusión social. Aseguran desde la entidad que, antes de la medianoche, diariamente, cuando el aeródromo de cierra -lo hace de 0 a 5 horas de la madrugada-, a través de Cruz Roja llevan a cabo un servicio de atención y acompañamiento en las instalaciones.
De la misma manera, recuerdan que, pese a esos esfuerzos, la mayor parte de estos sintecho, que se reparten por las terminales de salidas y llegadas en su mayor parte, aunque algunos se mueven por libre por otras estancias del aeródromo de Palma, rechazan esta ayuda y las alternativas que se les ofrecen en forma de alojamiento el albergues o residencias temporales, algo que los propios protagonistas admiten y justifican: «No nos fiamos de lo que nos encontraremos allí», dicen dos de los 'residentes' en Son Sant Joan.
Aunque esa atención a nivel de servicios sociales recae en el IMAS, desde Aena, a través de los servicios de seguridad y mantenimiento, controlan y vigilan de cerca a estas personas con el fin de que no se conviertan en un foco de problemas e inseguridad en un espacio público en el que han encontrado acomodo durante los doce meses del año, pasando ahora más inadvertidos, aunque las alarmas se activaron el pasado invierno, cuando su número creció de manera ostensible.
La mayoría está ahí por qué quiere, en un albergue tienen hora de entrada de salida y no pueden emborracharse ni drogarse como hacen el 90 por ciento de los que duermen allí. Se inflan a robar tanto a los pasajeros como en los locales de ahí e incluso tienen a uno que les compra las sombrillas a 2 euros... En fin! Mientras que no haya una plaga de chinches, garrapatas o piojos como en barajas que siga la fiesta