LA HISTORIA

La emotiva historia de Nicolás, el indigente 'perdido' que movilizó a vecinos y comerciantes

Tras vivir durante el invierno frente al mar, fue desalojado y tras ello se le perdió la pista hasta que Última Hora le encontró cerca de un asentamiento en Can Pastilla

Nicolás

Nicolás, mostrando uno de sus dibujos en su nueva ubicación en Can Pastilla | Foto: F.F.

| Palma |

Nicolás no es un indigente más de los muchos que deambulan por la zona de Can Pastilla y la Playa de Palma. Su avanzada edad y su delicado estado de salud y movilidad han hecho que, algunos vecinos y comerciantes que meses atrás lamentaban sus formas y la insalubridad que le rodeaba, hayan cambiado radicalmente su opinión y muestren su cariño de preocupación por este sintecho de origen búlgaro, que se desenvuelve bien en inglés y siempre recibe con una sonrisa a quienes se acercan a él.

Tras pasar el invierno viviendo frente al mar, en los bajos de un bloque de apartamentos y pegado a un restaurante italiano -compartiendo espacio con una pareja que los residentes tildaban de «problemática»-, semanas atrás fue desalojado de allí. Desapareció la barraca que había levantado tras un establecimiento de comida rápida, el humilde colchón sobre el que dormía y buena parte de sus enseres, salvo la silla de ruedas que le acompañaba y le permite desplazarse, no sin dificultad.

Nicolás, ante el que fue su asentamiento ante la playa de Can Pastilla. Foto: F.F.

«Sólo quiero vivir tranquilo, no molesto a nadie, aquí soy feliz», decía tiempo atrás, a la par que quienes le veían día a día mostraban su preocupación, además de por su delicada salud, por la posibilidad de que pudiera ser atacado y le hicieran daño, siendo una persona vulnerable.

Contaba una historia según la cual, Nicolás era propietario de apartamentos, discotecas y otros negocios en la zona del Arenal y la Playa de Palma. Incluso refería que había sido DJ y había pasado etapas de su vida en Estados Unidos. A simple vista, todo parecen imaginaciones, porque nadie sabe nada del origen de este indigente, de origen búlgaro y que, supuestamente, tendría 72 años.

Así lo refiere la alerta lanzada el pasado lunes por SOS Desaparecidos (bajo el nombre de Kolyo), que hacía un llamamiento que ya había supuesto la movilización de quienes le conocían y le ayudaban incluso dándole comida y algo de ropa. Comerciantes de la zona, residentes... A muchos les daba pena su estado y pedían la presencia de unos servicios sociales a los que nadie vio por allí. «Es mayor y cualquier día puede pasarle algo, pero no puede seguir aquí, es peligroso para él y no es lugar para una persona de su edad», decían los 'amigos' de Nicolás, del que se perdió la pista cuando, dicen dos personas desalojaron su rincón.

Detalle del asentamiento en el que residía Nicolás y que fue desalojado. Foto: F.F.

Pero la inquietud de Toni, un comerciante de la zona con el que Nicolás había entablado una relación de confianza y amistad, le hizo encabezar la búsqueda que otros trasladaron a las redes. Nadie sabía nada, se esfumó sin dejar rastro y no se le había vuelto a ver. Una pista fiable condujo hasta uno de los asentamientos chabolistas ubicados a las afueras de Can Pastilla, tras el colegio público. Alejado del grupo, junto a una palmera muerta y rodeado de algunos de sus enseres y dos colchones, bajo la lluvia se reencontró Última Hora con Nicolás.

Reencuentro

«Mi casa es tu casa», le espetó al redactor, pidiendo que le hiciera fotografías. «Pensábamos que le podría haber pasado algo o que se podría haber muerto», aseguraban los que fueron tras su pista. «Está muy mayor, le cuesta moverse y aquí está solo, no es seguro», proseguían, a la par que dejaban claro que, una vez localizado, «le seguiremos ayudando y trayendo algo de comer, no puede seguir así ni aquí».

Con dificultades y apoyado en su inseparable compañera, su silla de ruedas, explica que quiere construir seis casas (chabolas) más. Toni, su amigo y 'ángel de la guarda', le hará llegar mantas. Dice que tiene frío. Después de haberse acomodado a su hogar frente a la playa, ahora le toca vivir en el campo y la humedad en los días de lluvia previos a la Semana Santa le ha pasado factura. Pero él sigue alegre, mostrando sus dibujos, sus pertenencias y pidiendo dinero para un café. Algo caliente que llevarse al cuerpo tras muchas horas a la intemperie, lejos del mar, donde realmente era feliz.

4 comentarios

user Incomprendido | Hace 3 meses

Cuarta notician que sacan de esta persona, esta persona si que da para artículos la verdad

Uisgrocs Uisgrocs | Hace 3 meses

Los comerciantes le podían pagar el billete de vuelta a su casa

user Pep | Hace 3 meses

En su país, tal vez, le podrían ayudar más y mejor

user Cap amunt | Hace 3 meses

Are es s'hora d'expursarlo.

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