Muchos la consideran la primera influencer de Mallorca, aunque lo cierto es que Gertrude Stain tenía poco de pose y mucho de franqueza. «Mallorca es el paraíso siempre que puedas resistirlo», le dijo a Robert Graves cuando este se interesó por trasladarse a vivir a la Isla. El británico acabó fijando su residencia en Deià. Son muchos los fans del autor de Yo Claudio que aún hoy peregrinan cada año hasta el cementerio de la pequeña localidad mallorquina donde reposan sus restos.
Gertrude Stein había estado en Mallorca en dos ocasiones junto a su pareja Alice Tokklas cuando tuvo la conversación con el escritor. Su primer contacto con la Isla se produjo en 1914. Tras el estallido de la Gran Gerra, con el dinero que había conseguido con la venta de Mujer con sombrero (el cuadro de Matisse por el que ella y su hermano habían pagado 500 francos años atrás) la estadounidense financió su aventura mallorquina que duró seis meses.
La pareja vivía en el Terreno, un lugar que entonces frecuentaban artistas y viajeros. La elección no fue casual. Por el ‘Salón Stein’ en la casa que la escritora tenía en París, pasaban asiduamente artistas de la talla de Ernest Hemingway, Picasso, Scott Fitzeral o el propio Henri Matisse. Las tertulias, que se celebraban los sábados por la noche, reunieron a los principales referentes literarios y artísticos del modernismo. Atribuyen a la escritora la creación del término ‘generación perdida’ que tanto les define.
«Desde el punto de vista de su influencia cultural a lo largo de la primera mitad del siglo XX Gertrude Stein puede considerarse sin duda una influencer», explica el sociólogo y docente Carles Baeza.
«Lo más interesante es que la hemos vuelto a recuperar casi un siglo después de su periodo de vida. Por tanto la figura del influencer no es algo actual, la influencia cultural es algo que se da por parte de diferentes élites en diferentes momentos, ella es rupturista por ser una de las más preponderantes en el siglo XX en cuanto a su exposición mediática y sus posicionamientos vitales en una sociedad en pleno cambio», reflexiona el experto.
«La vida en Palma era agradable y, por eso, en vez de viajar a otros sitios, ese verano decidimos quedarnos ahí…, gracias a un cartero, encontramos una casa en la calle Dos de Mayo, en El Terreno, a las afueras de Palma, y nos instalamos. Estábamos muy a gusto. En vez de pasar un verano en Palma, nos quedamos hasta la siguiente primavera». La escritora describe con estas palabras su estancia en la Isla en la que vivió seis meses, dos años después de hacerla visitado por primera vez.
«Nos había gustado y nos volvió a gustar. Ahora parece que cautiva a los norteamericanos, pero en esa época, William Cook (el pintor) y nosotras éramos los únicos norteamericanos que había en la isla», relata.
Aquél medio año en que Gertrude Stein vivió en el Terreno, siguió manteniendo esa posición influyente que hizo de ella un referente generacional. De ahí que Robert Graves, antes de decidir el que fue el mayor cambio de rumbo de su vida, consultara a la escritora estadounidense sobre la idoneidad de mudarse a Mallorca. Un invierno en Mallorca, la obra publicada en 1842 en la que George Sand (Aurore Dupin) daba cuenta de la mala experiencia de su viaje y estancia con Chopin en la Isla durante 95 días, podían haberle disuadido a priori de sus planes de mudanza.
¿Por qué se marchó Stein del ‘paraiso’? «La vida en Mallorca fue agradable hasta que empezó la batalla de Verdún. Entonces todos nos empezamos a hundir», escribiría años después en su obra Autobiografia d'Alice B. Toklas. «Cuando todo terminó, ninguno de nosotros quiso quedarse en Mallorca, todos queríamos regresar a casa», dice en el texto.
Fue su amiga Mildret Aldrich, periodista, editora, escritora y traductora estadounidense, también afincada en Francia, quien terminó de convencer a la pareja para que regresara a París y se involucrara en prestar ayuda al país durante la Primera Guerra Mundial. Gertrude y Alice regresaron en 1916. Cumpliendo su promesa Stein aprendió a conducir para poder llevar suministros a los hospitales franceses durante el conflicto. Nunca regresó a Mallorca.
Más allá de su célebre «Mallorca es el paraíso siempre que puedas resistirlo», la escritora estadounidense dejó un importante legado de obras vanguardistas que vale la pena conocer. Puede que hasta hayan entonado sin saberlo uno de sus versos más conocidos: 'Una rosa es una rosa es una rosa es una rosa'. Y es que el mundo no deja de ser un flujo de influencias que van y vienen...
«Toda influencer es una vanguardista, mucho de lo que llamamos hoy ‘innovador’ desde el punto de vista de la moda o desde el punto de vista educativo suelen ser ‘innovaciones’ que se generaron y postularon especialmente en la primera mitad del siglo XX en respuesta a un siglo XIX muy convulso. Recuperar a Stein hoy es reconocer el papel vanguardista que tuvieron mujeres norteamericanas que como ella, en los famosos años veinte quisieron posicionarse vital y públicamente con voz propia», reflexiona el sociólogo Carles Baeza.
Si pudiera ver la isla como está hoy en día le daría un jamacuco.