Baleares está experimentando una afluencia sin precedentes de pateras procedentes del norte de África. Desde principios de año han llegado al archipiélago 4.441 personas, más del doble que en todo el año anterior. Sólo en los primeros días de noviembre, 42 embarcaciones con un total de 706 personas fueron interceptadas o alcanzaron la costa. Esta evolución ilustra la continua dinámica de los movimientos de refugiados en el Mediterráneo occidental.
Esto puede tener consecuencias de gran alcance para los capitanes de embarcaciones en las islas. Muchos de ellos pueden verse obligados a enfrentarse ahora a un escenario difícilmente imaginable en el pasado: el contacto con refugiados en el mar. Estas embarcaciones, a menudo sobrecargadas y apenas aptas para navegar, se encuentran rápidamente en situaciones peligrosas. Pero, ¿qué deben hacer exactamente cuando se encuentran con una embarcación de este tipo?
«Todo capitán, ya sea de un velero, un carguero o un yate a motor, está obligado por el derecho marítimo internacional a rescatar a las personas que se encuentren en peligro en el mar», explica Miguel Félix Chicón, responsable del Centro de Salvamento Marítimo de Baleares en Palma. Esta normativa está firmemente anclada en el Convenio de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (SOLAS), que regula la protección de la vida humana en el mar. El deber de salvamento se aplica independientemente del tipo de embarcación o del origen del náufrago. No hacerlo puede tener graves consecuencias legales para el capitán, incluida la acusación de homicidio involuntario.
¿Cuándo se habla de peligro en el mar?
Estar en peligro en el mar no significa necesariamente que una embarcación ya se esté hundiendo. «Ya existe una situación de emergencia si una embarcación es incapaz de maniobrar, se ha sobrecargado o sus ocupantes no están suficientemente abastecidos de alimentos y agua», explica Chicón. Las embarcaciones de refugiados en el Mediterráneo suelen cumplir los tres criterios. Suelen estar mal motorizadas, ser viejas y estar abarrotadas hasta el límite.
Lo primero que hay que hacer en una situación así está claro: ponerse en contacto con el guardacostas más cercano. «Utilizar el canal internacional 16 de VHF para informar de su posición y describir la situación», aconseja Chicón. Una vez se ha contactado, los centros de coordinación de salvamento coordinan a los barcos más grandes y mejor equipados para las operaciones de rescate.
¿Salvar o mantener las distancias?
Los refugiados sólo deberían ser embarcados directamente en yates privados en casos de extrema urgencia, por ejemplo si la embarcación corre peligro de hundirse o ya hay personas flotando en el agua. «Una operación de rescate en alta mar entraña riesgos considerables, incluso para los rescatadores», advierte Chicón.
El responsable recomienda esperar el mayor tiempo posible a los equipos de rescate profesionales y observar la situación desde una distancia segura y adecuada. «En situaciones de pánico, los náufragos podrían actuar de forma imprevisible, lo que pone en peligro la seguridad de todos».