Sa Presó de Palma se inauguró a finales de los años sesenta en los últimos compases del régimen franquista y funcionó como cárcel hasta el año 1999, cuando se habilitó la nueva prisión, muy cerca de la antigua. Fue durante el mes de junio cuando se empezaron a trasladar los reclusos hacia las nuevas instalaciones, lo que puso fin a un problema de saturación que llevaba sufriendo la vieja presó.
Los primeros años fueron algo convulsos, el 'perfil' de presos que ingresaba dentro de la antigua cárcel de Palma fue cambiando. De esta manera, cada vez eran menos habituales los reclusos de carácter político, por lo que sus instalaciones se empezaron a llenar de delincuentes más comunes. Además, durante las décadas de los años setenta y ochenta, se produjo un importante aumento del narcotráfico en las aguas del Mediterráneo, lo que afectó de manera directa a Baleares. Así pues, dentro de el centro penitenciario eran cada vez más habituales los miembros y cabecillas de aquellos clanes dedicados al tráfico de drogas.
Uno de los casos más mediáticos fue el de Howard Marks, el narco legendario que cayó en Mallorca y que era conocido como 'Marco Polo'. Tenía 43 años cuando fue detenido por la policía la mañana del 25 de julio de 1988, en un chalet de sa Vileta en la que entonces residía con su esposa - que también fue detenida - y sus hijos. Su arresto fue llevado a cabo por miembros del Grupo de Delincuencia Internacional de la Jefatura de Palma.
En estos años, en la cárcel se concentraron desde ladrones hasta asesinos, pasando por varios narcotraficantes y miembros de bandas organizadas. Esto fue el fiel reflejo de los cambios sociales y, por ende, criminales que sacudieron durante esta época inicial de la prisión en Mallorca, especialmente con la llegada del turismo masivo.
Problemas internos y en la vida diaria en la prisión
Con el paso de los años, la cárcel experimentó una serie de problemas a los que no se les pudo dar solución hasta que Sa Presó quedó totalmente olvidada con el nuevo centro penitenciario. De esta manera, uno de los primeros contratiempos existentes fue el hacinamiento de presos. De esta forma, la saturación de reclusos era una deficiencia que empezó a ser el 'rúnrún' en la sociedad mallorquina.
Y a este contratiempo se le sumó el mal estado de algunas instalaciones de la vieja cárcel de Palma. Los presos empezaron a vivir en condiciones precarias, además se descubrió que varios emplazamientos del centro no cumplían con las premisas de seguridad y salubridad. Se habían quedado anticuadas. Estos problemas sentaron la base del futuro cierre de Sa Presó y de la necesidad de construir un nuevo centro penitenciario en la isla, que fuera más moderno y que cumpliera con las pautas sanitarias y de seguridad exigidas, ante la situación caótica que presentaba por aquel entonces la cárcel de Palma.
De esta forma, en 1999 se produjo su cierre definitivo, al finalizar la construcción del nuevo Centro Penitenciario de Mallorca en la carretera de Sóller. Una vez estuvo operativo, se trasladó a todos los presos que recluidos en la vieja cárcel a las nuevas instalaciones, más amplias y modernas, por lo que se puso punto y final a los graves contratiempos que aparecieron con el paso del tiempo en Sa Presó.
De albergar presos... a okupas
Una de las grandes preguntas que se hacían muchos era sobre el futuro de la vieja cárcel de Palma. Con la mudanza al nuevo centro, ésta quedó totalmente abandonada, sin ningún tipo de funcionalidad. Algunos empezaron a señalar que se convertiría, con el tiempo, en un nido de ratas y de suciedad o, sin ir más lejos, en una especie de albergue para los mendigos de la calle.
Sus presagios se han terminado cumpliendo. Sa Presó se ha convertido en una mezcla de los tres temores que muchos avecinaban. En el interior de sus muros, hay suciedad y varias de sus celdas albergan okupas. La ocupación de la antigua cárcel se fue produciendo ante la falta de ejecución de un plan claro para su futuro más inmediato y a la crisis de vivienda, que sigue coleando a los miembros de sectores vulnerables de la población.
Con su llegada, fueron apareciendo varios problemas ocasionados por su ocupación. Incendios, peleas e incluso algunos crímenes, son los que han tenido lugar después del abandono que ha sufrido la vieja cárcel en la isla. Pese a que la policía ha logrado desalojar en algunas ocasiones su interior, no se ha conseguido 'clausurarla' de forma definitiva, por lo que actualmente siguen 'okupando' estas instalaciones alrededor de 200 personas, que la han convertido en una especie de residencia en la que predomina la suciedad y los actos vandálicos.
Para combatir este problema, las autoridades locales han ido trabajando en un proyecto para rehabilitar sus instalaciones, pero con otra finalidad. De esta forma, la idea ha sido crear un espacio cultural, con el que dotar de una nueva vida a Sa Presó. Sin embargo, las propuestas para dar este paso definitivo en la antigua cárcel han sido lentas, lo que ha ido agravando aún más el problema ocupacional de Sa Presó.