Pese a ocupar el trono del Reino de Mallorca durante trece años (1311-1324) y ser artífice de parte de su esplendor, el callejero de Palma no está a la altura de uno de los monarcas de aquella estirpe cuyo recuerdo vive agazapado en una sencilla calle perpendicular a Avingudes, en el primer tramo del Ensanche y que conecta vías conocidas como 31 de diciembre y Eusebio Estada, que marcan los extremos de la calle del Rei Sanç.
Ese es el humilde homenaje que la capital mallorquina rinde en su plano oficial a Sanxo I de Mallorca (Perpinyà, 1274-Formigueres, 1324), de quien se conmemoró recientemente el 700 aniversario de su fallecimiento con una ofrenda ante la escultura yacente de su sepulcro, en la iglesia de San Juan Bautista de Perpinyà, ciudad que, aprovechando la efeméride, se hermanó con Palma.
No muy lejos se encuentra la calle dedicada a su madre, Esclaramunda de Foix, aunque más lo están la que llevan el nombre de su padre, el rey Jaume II, y su sucesor, su sobrino Jaume III. La presencia familiar más próxima es la escultura de su abuelo, Jaume I, a escasos metros y en la Plaça Espanya.
Apenas las placas que señalizan el nombre de la vía en varias esquinas y un establecimiento de hostelería cerrado (Bar Rey Sancho) ponen en valor o recuerdan la figura del monarca. La salida del Tren de Sóller por Eusebio Estada, un coworking, una correduría de seguros, una tienda de informática o una clínica dental forman el tejido comercial de la calle del Rei Sanç (Sanxo I de Mallorca). El titular del trono más alejado de la zona céntrica y noble de la capital mallorquina, 'exiliado' en una travesía del ensanche palmesano.