El pasado 10 de septiembre iba a ser un día de celebración para esta familia de cuatro hermanos. Era el cumpleaños de su madre, Antonia Ramos, pero amanecieron con una llamada inesperada. «A las 5,30 de la mañana me dijeron desde Son Espases donde en ese momento estaba ingresado mi hermano que debíamos ir todos allí porque había empeorado», cuenta ahora Mar Suárez, quien atendió al teléfono.
«Nos metieron en un despacho y nos contaron que a las 2 de la mañana se dieron cuenta de que mi hermano no estaba en su habitación. Lo encontraron en el suelo del parking», relata.
Cuando llegaron apenas pudieron hablar con la policía. Su hermano se había suicidado con 58 años pero ¿podían haberse hecho algo más? Es lo que se pregunta esta familia que cuenta que José Antonio Suárez llevaba 30 años diagnosticado de esquizofrenia paranoide. «Mi padre falleció en agosto, dejó de tomar la medicación y tuvo un brote psicótico. Una semana antes se había querido suicidar y por eso en su día llamamos a la ambulancia», recuerda Mar Suárez.
«Se lo llevaron. Le ingresaron. En Urgencias lo tuvieron que atar (con contención mecánica) y dar medicación intravenosa porque no se la quería tomar, pero al equipo médico se le ocurrió hospitalizarlo en una planta de Medicina Interna y no en Psiquiatría», lamenta. Según este testimonio se quejaron a la psiquiatra porque «debía estar con ellos por lo que correspondía a su patología», insiste.
Pidieron explicaciones al hospital y reunidos con las jefaturas de Medicina Interna y Psiquiatría les explicaron que su caso había seguido los cauces habituales. «Nos dijeron que lo ingresaron ahí porque estaba muy delgado a lo que les contesté con un ejemplo: si viene un paciente con una fractura abierta y tiene anemia, ¿qué le vas a curar primero? No tiene sentido nada de lo que se hizo», dice Mar.
Su familia mantiene que José Antonio debía estar en otro servicio y bajo vigilancia, «me dijeron que se podía haber suicidado en cualquier lado pero estaba en un hospital, se supone que lo cuidaban y lo vigilaban».
Creen que hubo una mala praxis en el ingreso y en el traslado de información y estudian con una abogada si deben tomar acciones legales aunque «será decisión de mi madre».
«Lo que queremos», insiste Mar Suárez, «es que si ingresa un paciente por un problema de salud mental se le tome más en serio. Los enfermos así pueden ser muy mentirosos. Le advertimos a su médico de que la podían engañar, no se tomaba las pastillas. Que hagan caso a la familia. Falleció justo el día 10, el cumpleaños de mi madre, ha sido un trauma y apenas nos han dado explicaciones».
El apunte
A raíz del suceso, en Son Espases se ha ordenado el cierre de las ventanas
Desde la dirección del hospital Son Espases lamentan lo ocurrido y explican que desde entonces hay orden de cerrar todas las ventanas a modo de prevención ya que el edificio es eficiente y su climatización está regulada. Fuentes del hospital explican que la actuación con este paciente fue en todo momento la correcta y que no había indicación para que se ingresara a José Antonio Suárez en la planta de Psiquiatría. Si bien la familia no ha recibido todavía los informes médicos, sí se han reunido con los responsables de los dos servicios que le atendieron, tanto Psiquiatría como MedicinaInterna, que les dieron sus pertinentes explicaciones después de que presentaran una queja en el hospital.