La Autoridad Portuaria de Balears (APB) espera que el Consejo de Administración apruebe las líneas maestras del nuevo proyecto de reforma del Puerto de Palma este mes o el siguiente, lo cual dejaría vía libre para seguir trabajando en la propuesta actual e iniciar un plan de actuación que, en cualquier caso, conllevaría de tres a cinco años para ver la remodelación completamente terminada. En estos días, la APB está acabando con la ronda de contactos iniciada el pasado mes de julio para lograr el máximo consenso entre los grupos de interés pendientes de las pautas a seguir con la reforma, entre ellos, empresas del sector, asociaciones ciudadanas o agrupaciones políticas.
Precisamente en estos dos últimos días se han mantenido reuniones con representantes de PSIB, Més y Vox, quienes han solicitado concreción sobre esas mismas líneas maestras que va a seguir el proyecto -todavía no se han definido cuestiones como el presupuesto o los metros cuadrados- una vez sean aprobadas. Después de que el propio Consejo de Administración de la APB descartara el pasado junio la propuesta de reordenación que se aprobó en 2020, el objetivo de este nuevo planteamiento es garantizar ante todo la conectividad marítima y la operatividad de la cadena logística de Baleares al tiempo que se crea un espacio más amable y abierto para la ciudadanía.
Una de las decisiones consideradas cruciales en este replanteamiento es suprimir el modelo de operatividad que se preveía originalmente, el cual, se concluyó, generaría problemas de seguridad y de logística. Las propias compañías navieras expresaron su preocupación por los riesgos de congestión que conllevaría la concentración en la dársena del dique del oeste toda la operativa de embarque y desembarque de mercancías, especialmente en horas punta de la mañana. Además de los problemas de seguridad que hubiera entrañado -ya que el espacio para maniobrar sería menor- las salidas hacia los centros de distribución se habrían ralentizado sensiblemente, desembocando en un colapso de todo el proceso que hubiera acabado traduciéndose, entre otras cosas, en un encarecimiento de las mercancías.
De esta manera, se ha optado por mantener el modelo actual y la simultaneidad de las operaciones portuarias en los muelles comerciales, muelles de Ponent-Paraires y dique del Oeste, así como disminuir el espacio destinado a los cruceros, concentrando su actividad en Ponent-Paraires. Por otro lado, se prevé trasladar el espacio para la reparación de embarcaciones al dique del Oeste y muelle de Ribera de San Carlos. El sector de la reparación consideraba que el proyecto original dejaba un espacio muy reducido para desarrollar su actividad con comodidad.
Integración puerto-ciudad
Pero la parte más importante del proyecto, según subraya el propio presidente de la APB, Javier Sanz, es la integración entre el puerto y la ciudad en todo el espacio frente a la Catedral. En ese sentido, el proyecto contempla la recuperación de espacios obsoletos para disfrute de la ciudadanía, con la reconversión de esas zonas en parques o paseos. Es lo que Sanz definió como una «cesión de espacios de calidad a la ciudadanía» orientada al fomento del deporte, la formación o la cultura.
Así, se prevé que ese espacio integrador entre puerto y ciudad albergue instalaciones como una escuela de vela municipal, la nueva sede del Instituto Español de Oceanografía (IEO), el edificio dedicado a la FP náutico-pesquera (que será reubicado) o el museo interactivo (el cual dará cabida a la lonja y cofradía de pescadores).
Las alternativas que contempla el replanteamiento del proyecto se alinean, según el presidente de la APB, «con la idea de que la congestión compromete la competitividad del destino y afecta la rentabilidad social». Con el problema de la saturación erigiéndose en uno de los protagonistas del año en Mallorca, el nuevo proyecto optado por unas líneas de actuación que, además de potenciar un tráfico más fluido, «mejoran la calidad de vida» de residentes y visitantes y devuelven la inversión en forma de «valor social».