La falta de personal empujó a muchas empresas del sector de la restauración a recortar horarios durante las temporadas de 2022 y 2023, una circunstancia que se ha reproducido incluso a mayor escala este año. El recorte de horarios -renunciando a la apertura en determinados turnos- fue una medida ya bastante socorrida hace dos años para paliar no solo la falta de mano de obra suficiente, sino también el encarecimiento generalizado de costes, junto con otras medidas como el rediseño de los menús con productos más económicos.
Este año, no obstante, «la situación ha ido a más y los cierres obligados en turnos concretos han aumentado». Así lo asegura el nuevo presidente de la patronal CAEB-Restauración Mallorca, Juanmi Ferrer, quien explica que parte de estas empresas ya han interiorizado y automatizado de los años anteriores este tipo de operativa.
Por otro lado, señala que la parte del sector que no ha logrado hacer la caja inicialmente prevista en la primera parte de la temporada, confía en el empujón de estos meses finales: los flujos de visitas van a mantener unas buenas cifras y se espera que la reducción de los precios del alojamiento y de los billetes de avión dejen un mayor margen a los turistas para dedicar gasto a la oferta complementaria.
Más allá de octubre, las empresas lamentan que una temporada alta que ha sido floja minimiza las posibilidades de mantener las puertas abiertas para muchos negocios, especialmente los que se sitúan en zonas turísticas. Así sucede con el comercio, como explica la presidenta de la patronal Pimeco, Carolina Domingo. «Quien arrastra una temporada mala directamente ya no abrirá. Volvemos a como estábamos hace años, con muchos puntos de la Isla casi sin actividad en los meses de invierno».
El diagnóstico en el caso de la restauración es que «abrirá quien pueda abrir». Ferrer asevera que las aperturas irán por barrios y en función de modelos de negocio. «Aguantará el que lo tiene más arreglado y dispone de una red de clientela local», explica para añadir que «la aspiración de los negocios en las zonas turísticas es de ir a más siempre que la coyuntura lo permita».
«Las empresas que abren cinco meses, hacerlo siete, y las que abren siete meses, hacerlo ocho, nueve o diez. Y los negocios neurálgicos del centro de Palma o zonas con un gran flujo de personas deben tener la aspiración de abrir los doce meses del año». En ese sentido, incide de nuevo, como lo hace el comercio, en el colchón amasado durante la temporada, el cual determinará la apuesta por la temporada baja. «Hay gente que si ha tenido una buena temporada, abre en invierno, pero si no han tenido esos números, igual se lo piensan dos veces».