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Prohens promete más mano dura para ganar seguridad en la náutica de recreo

Plantea más controles sobre oferta ilegal y limitar fondeos en zonas saturadas, mientras APEAM pide endurecer los requisitos para pilotar embarcaciones

Prohens en la constitución de la Mesa Naútica.

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La presidenta del Govern, Marga Prohens, se comprometió ayer a definir un marco más restrictivo en el ámbito de la náutica de recreo para aumentar la seguridad en aguas de Balears, después del accidente en Cala Bona que se llevó la vida del mallorquín de 20 años Guiem Comamala el pasado fin de semana. El suceso provocó que la cuestión de la seguridad tomara un protagonismo no planeado en la reunión celebrada ayer entre Govern y sector náutico para la constitución de la Mesa Náutica, un foro destinado a coordinar y supervisar un desarrollo sostenible del sector. Fue en ese marco en que la presidenta se refirió al «trágico suceso» del pasado viernes como un episodio que empuja al Ejecutivo a trabajar para optimizar las medidas de seguridad en el mar, empezando por «la lucha contra la oferta ilegal y el alquiler del chárter náutico sin las titulaciones necesarias».

Se trata, en ambos casos, de prácticas omnipresentes en el Archipiélago que suponen «un riesgo para la seguridad», subrayó Prohens, quien aseguró que uno de los «primeros retos» es precisamente intensificar la lucha contra estas irregularidades por medio de una colaboración estrecha en inspectores autonómicos, Aduanas y Guardia Civil. Asimismo, la presidenta, acompañada del conseller de la Mar i del Cicle de l’Aigua, Juan Manuel Lafuente, señaló que desde el Ejecutivo están abiertos a «cualquier limitación en beneficio del medio ambiente y de todos aquellos que disfrutan del mar».

De este modo, reconoció que la masificación náutica plantea un desafío para el entorno natural y la calidad de vida, por lo que se impulsarán medidas para mejorar la gestión de boyas en zonas de alta densidad de embarcaciones fondeadas durante el verano. Prohens remarcó, en ese sentido, que es necesaria «la implementación de límites en zonas sensibles». Igualmente, el Govern revisará la normativa contenida en el decreto 21/2017 para la regulación del alquiler de embarcaciones de recreo. En ese sentido, el director general de Ports i Transport Marítim, Antoni Mercant, explicó que existe la posibilidad de modificar el decreto para que la declaración responsable de las empresas «sea más intensiva» y que no sea «una carta en blanco». «Muchas empresas cumplen muy bien con esta declaración responsable, pero hay otras que no lo hacen tan bien o que ni siquiera la tienen, como hemos podido comprobar en las inspecciones», indicó Mercant.

Por otro lado, desde parte del sector se está a favor de que la náutica de recreo incorpore una normativa más restrictiva en pro de la seguridad. Desde la Asociación Patronal de Empresarios de Actividades Marítimas (APEAM), el presidente de la Comisión de Chárter Náutico, José María Jiménez, señala que «no puede haber barcos que se puedan manejar sin titulación, y eso está pasando con embarcaciones de seis metros y 15 caballos: es una aberración». Por otro lado, reivindica la necesidad de extender la concienciación y el «sentido común» entre los usuarios para evitar sucesos como los del pasado viernes o los que se vivieron con la DANA.

Por su parte, desde la Asociación de Empresas Náuticas de Balears (AENIB), Jaume Vaquer y Sandra Mayrata, abogaron por «tener un comportamiento adecuado» a los mandos de un barco de recreo, y apoyaron la decisión de revisar la declaración responsable y «cualquier medida que vaya a favor de la seguridad y contra la competencia desleal».

Imprudencias

La falta de prudencia y de la concienciación necesaria a la hora de hacerse a la mar es algo bien constatado desde las empresas del chárter náutico. El directivo de APEAM, José María Jiménez, relata que tuvo que llamar «uno por uno» a todos los clientes de su empresa que tenían una embarcación alquilada ese día para advertirles de los riesgos de hacerse a la mar durante la DANA que azotó las Islas hace dos semanas, viéndose obligado en algunos casos incluso a endurecer el tono para disuadirles de cometer una temeridad. «Tuve que llamarlos a todos uno por uno; les decía que ni se les ocurriera salir con el temporal que venía, pero algunos no hacían caso». El 80 % de los contactados -pese a que ignoraran que venía la DANA- hicieron caso, pero una minoría se negaba a hacer caso de las advertencias. «Algunos me hicieron estar media hora colgado del teléfono insistiéndoles».

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