Un mes y medio después de que el líder nacional de Vox, Santiago Abascal, anunciara con toda solemnidad la ruptura de todos los acuerdos de su partido con el PP en las comunidades autónomas en las que gobernaban gracias a un pacto, Marga Prohens sigue sin saber oficialmente qué ha pasado. Nadie de Vox se ha dirigido a ella ni en los días previos a la ruptura ni en las semanas posteriores, en las que la política balear ha quedado instalada en una falsa sensación de equilibrio y estabilidad.
Es falsa, como algunas de las noticias que se han publicado este verano. Se debe al hecho de que no ha habido plenos en el Parlament y Vox no ha tenido ocasión de demostrar su peso bloqueando leyes o imponiendo condiciones, pero ese espejismo se diluye a partir de la semana que viene, que es cuando PP y Vox deberán sentarse a rediseñar su relación.
Esta será una semana clave para ver hasta dónde llega esa ruptura anunciado por Santiago Abascal y qué movimientos hará Vox a partir de ahora, pero la actuación de la formación política de extrema derecha estará condicionada por los pasos que dé Marga Prohens a partir de ahora.
El día después de anunciarse la ruptura del acuerdo, la presidenta del Govern dio una rueda de prensa en la que ofreció dos mensajes: el primero de ellos es que entendía que la ruptura del acuerdo debía implicar la dimisión de Gabriel Le Senne como presidente del Parlament, algo que no ha sucedido. El segundo mensaje tiene más contenido: Prohens dijo que, a partir de ese momento, solo se sentía obligada a cumplir el programa político del PP y no el acuerdo que firmó con Vox.
Lo que dijo Prohens
Prohens se desvinculó de forma rotunda de todas las medidas incluidas en el programa por parte de Vox. Pero si quiere gobernar con cierta tranquilidad, que se aprueben los presupuestos y que el decreto de simplificación administrativa salga adelante sin problemas, tal vez no tenga más remedio que seguir aplicando, desde un Govern monocolor exclusivo del PP, medidas que aparecen en el programa de Vox.
La derogación de la Ley de Memòria Democràtica está en esa lista de medidas que deberán renegociarse. Prohens se refirió de manera expresa a ella en aquella rueda de prensa y anunció que, al no estar vinculada al acuerdo pactado con Vox, se consideraba liberada para introducir modificaciones en la tramitación. Esa es una de las cuestiones que volverán a ponerse sobre la mesa en esta renegociación de los acuerdos que comenzará a partir de esta semana.
La Oficina Lingüística
La otra gran disputa es qué pasará finalmente con la Oficina Lingüística que exigió la formación de Santiago Abascal. La propuesta estaba aparcada y el Govern señaló que no tenía ninguna intención de ponerla en marcha, mucho menos desde el anuncio de ruptura, pero ahora mismo ya nada está claro y hasta es posible que la Oficina que enterró Marga Prohens la recupere la misma presidenta y vuelve a situarse en un primer plano. Otro tema menor, pero sustancial para Vox, es el acceso de menores a las corridas de toros. Deberá volver a negociarse este asunto que ahora, según Prohens, está enterrado en un cajón
El portavoz del Partido Popular, Sebastià Sagreras, anunció que los dos partidos se reunirán a finales de mes para abordar cómo queda ahora su relación. En el PP creen firmemente que ha posibilidades de cerrar la crisis con un acuerdo que deje las cosas más o menos como estaban, pero eso obligará a Marga Prohens a seguir adelante con medidas con las que no está de acuerdo y que, además, ya ha dicho que no piensa cumplir.
Vox guarda silencio, pero ahora lo que Santiago Abascal decida. El partido no estaba rentabilizando políticamente sus acuerdos en las comunidades autónomas y por eso rompió. Sin embargo, ahí sigue el Consell, funcionando como siempre. Al final todo se habrá movido para que todo permanezca.
El apunte
La abstención que salva a Le Senne
La primera decisión que debe tomar el PP es qué hace con la propuesta de la izquierda para forzar la destitución de Gabriel Le Senne como president del Parlament. No hay una postura fijada, pero a la vista de cómo ha transcurrido el verano, en estos momentos la opción más factible es que el PP se abstenga.
Una abstención del PP implica que no apoyan al president, pero tampoco forzaría su caída porque, para que el president del Parlament pierda su cargo, se necesita el voto de las tres quintas partes de la Cámara. La abstención del PP, por tanto, salva a Le Senne sin apoyarle.