Una víctima más de la modernidad, el comercio electrónico, los nuevos hábitos de consumo y las políticas que penalizan el uso del coche en el centro de las ciudades y aprietan las tuercas a los autónomos. Dice adiós otro comercio histórico en Palma, Princesita.
Los cuatro comercios que existen actualmente, de los seis que llegó a haber, ubicados en las calles Velázquez, Blanquerna, Pascual Ribot y carretera de Valldemossa, están de liquidación, por lo que aún mantendrán sus puertas abiertas un par de meses más o el tiempo que dure el stock», explica su propietario, Pau Bellinfante.
Varias generaciones de mallorquines han vestido sus hogares con productos de Princesita, pero Bellinfante admite que ya no puede aguantar más, las ventas han bajado mucho en los últimos años y, aún con dolor, ha tomado la única decisión que podía.
En su caso, asegura, el relevo generacional no hubiera sido el problema, «pero este está ligado al rendimiento de la empresa, si hubiera rentabilidad habría habido relevo», admite.
Bellinfante fue también presidente de Afedeco y conoce muy bien las heridas que padece actualmente los pequeños comercios como el que fundó su padre, Simeón Bellinfante, en el año 1958, hace ahora 66 años.
«Hay mucha competencia de las grandes superficies, está Amazon y, no sé qué pasa, pero los impuestos y lo que se debe pagar a la Seguridad Social ha subido mucho, si lo sumas todo no hay quien aguante», lamenta.
Tampoco se olvida Bellinfante de las políticas de movilidad que se han tomado en los últimos años en Palma, «que perjudican mucho a los autónomos», opina. «Antes venía a la ciudad mucha gente de otros municipios para comprar en el pequeño comercio, pero ya no, el aparcamiento es muy difícil y además es muy caro. Además, el uso del coche está penalizado en el centro, pero no para ir a las grandes superficies que cuentan con grandes aparcamientos. En definitiva, se toman decisiones políticas muy perjudiciales para los comercios», lamenta este empresario.