«Necesitamos 14 Archipiélagos para producir toda la energía y los materiales que consumimos», asegura Margalida Ramis, portavoz del GOB. A su modo de ver, el crecimiento poblacional que han experimentado las Islas en los últimos años, así como el aumento de la llegada de turistas (en 2023 recibió a 17.854.981 visitantes) «no es sostenible». «El problema radica en que tenemos un modelo económico que llama a la inversión y a la segunda residencia y que, a su vez, reclama mucha mano de obra», expone.
Ramis asegura que «no tenemos capacidad para garantizar que las personas que vienen aquí tengan garantizados unos derechos mínimos, como el acceso a la vivienda, no lo tenemos ni los que ya estamos aquí». En este punto, destaca que esto está generando una «polarización entre los ricos y las bases sociales, que tienen que mantener este modelo, y cada vez se ven más excluidas».
La portavoz del GOB habla del metabolismo socioeconómico. «Si piensas cuánta energía requiere el sistema económico para funcionar y cuánto territorio necesitamos, se necesitan 14 Archipiélagos para producir toda la energía y los materiales (alimentos, materias primas, etc.) que consumimos», señala. Además, lamenta que «casi no producimos nada aquí. Tenemos un metabolismo totalmente desiquilibrado; es malo porque no puede absorber todos los residuos que generamos. También nos faltan recursos hídricos, suelo fértil para problemas...».
«Mallorca puede llegar a los 2,5 millones de habitantes»
Ramis asegura que el Plan Territorial de Mallorca (PTM) permite que la Isla llegue a tener 2,5 millones de habitantes. «Si hoy tenemos sensación de saturación y estrés de recursos, ¿cómo será la Mallorca de 2,5 millones de habitantes?», se pregunta Ramis. La Isla tenía el pasado 1 de abril (últimos datos facilitados por el INE) 959.801 residentes. Se trata de 15.144 más que el año anterior.
En su opinión, «necesitamos cambiar nuestro modelo económico porque tiene un efecto llamada y se están sobrepasando todos los límites. Es un modelo depredador». En este punto, subraya sus efectos sobre el cambio climático y su «dependencia sobre la aviación que es muy contaminante; así como los puertos llenos de infraestructuras, que en cualquier momento pueden provocar una catástrofe medioambiental».