A las nueve de la mañana de este martes, una comisión judicial se trasladó a un apartamento de Cala Major, frente al palacio de Marivent, para ejecutar un desahucio y entregar el piso a un banco suizo, después de que el dueño –que ya ha fallecido– no pagara la hipoteca. Lo más llamativo, con todo, es que mientras un cerrajero forzaba el acceso de la casa, había cola de okupas en el rellano interesados en la vivienda.
El apartamento tiene unos 45 metros cuadrados y se publicitaba, en su día, «con vistas a Marivent», como reclamo. Fue adquirido por un ciudadano escandinavo, que en 2009 dejó de pagar las cuotas de la hipoteca debido a ciertos problemas que le habían surgido. Sea como fuere, el banco lo denunció y se inició un proceso judicial para desalojarlo de la casa, que se ha ido prolongando en el tiempo. En 2016, el propietario falleció por causas naturales y después, con la llegada de la pandemia, se paralizó el proceso judicial en marcha.
La casa, durante todo este tiempo, ha estado cerrada, mientras los acreedores buscaban a los herederos. Cuando se localizó a un varón en Suecia, que podría ser el heredero del fallecido en Palma, el banco pensó que podría llegar a un acuerdo con él, pero el hombre rechazó ser el beneficiario y renunció a la herencia.
Este martes por la mañana, la comisión judicial y algunos abogados llegaron al apartamento y un cerrajero forzó la puerta principal. Mientras el profesional manipulaba la cerradura, aparecieron en el rellano tres individuos –uno español, otro subsahariano y el tercero marroquí–, que comenzaron a discutir entre ellos sobre quién había llegado primero y quién tenía más derecho que el otro a okupar el piso, en cuanto se marchara la comisión judicial.
Así las cosas, los responsables del desahucio esperaron a que se hubiera instalado una nueva cerradura a la puerta y que los técnicos de una empresa de seguridad hubieran instalado una alarma. Cuando los candidatos a okupas comprobaron aquellas medidas de seguridad, decidieron desistir de sus planes y se marcharon.