El polvo sahariano es malo para la salud. Así lo pone de manifiesto el especialista en Salud Pública y Medicina Preventiva, Joan Carles March. Baleares se encuentra bajo los efectos de una masa de polvo en suspensión, que permitiría llenar 464 camiones bañera de 28 toneladas cada uno de ellos. En concreto, durante la medianoche del domingo al lunes se llegó a un máximo de concentración de polvo sahariano de 2,6 gramos por metro cuadrado, que si se extrapola a la superficie de las Islas da como resultado 13.000 toneladas de polvo en suspensión. Se trata de unas cantidades muy elevadas.
March explica que «las partículas en suspensión pasan un primer filtro en la nariz, faringe y laringe, desde donde pueden ser expulsadas al toser, estornudar, con la saliva o por vía esofágica. Si no se expulsan, las partículas más gruesas PM10 suelen quedar retenidas en los tramos altos del sistema respiratorio (tráquea y bronquios), mientras que las PM2,5 penetran hasta zonas más profundas, pudiendo alcanzar los bronquiolos y quedar depositadas en los pulmones».
En este punto, añade que «las PM0,1 ultrafinas alcanzan los alveolos (lugar donde se realiza el intercambio de gases), pudiendo pasar al torrente sanguíneo, por lo que podrían afectar a diversos órganos causando efectos sistémicos más severos para la salud. Cuanto menor es el tamaño de las partículas que inhalamos mayor acceso y en consecuencia, más perjudicial es su acción para nuestro organismo».
El citado experto detalla que «la exposición a niveles elevados de partículas puede causar irritación de las vías respiratorias y de los pulmones, empeorando la sintomatología en pacientes con enfermedades crónicas respiratorias (enfisema, EPOC…), asmáticos y alérgicos. Además, provocan mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias, con riesgo de aparición de bronquitis, bronquiolitis, etc.».
También dan lugar a «respuestas inflamatorias en el sistema circulatorio, agravando la sintomatología de enfermedades cardiovasculares y pudiendo provocar arritmias, infarto agudo de miocardio y accidentes cerebrovasculares». Además, señala que «la exposición crónica a material particulado ha mostrado un aumento de la incidencia de cáncer. De hecho, las partículas en suspensión han sido clasificadas como cancerígenos humanos por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (International Agency for Research on Cancer, IARC)». Otros estudios científicos sugieren que la exposición a altos niveles de partículas también puede asociarse con bajo peso al nacer y partos prematuros, por lo que las embarazadas son un colectivo de especial protección ante estos episodios.