Al grito de «¡Viva el Cristo de la Sangre!» empezó a las 19 horas, puntual, como siempre, la procesión más esperada de la Semana Santa en Mallorca. Al contrario de lo que ocurre en la Península, donde el Viernes Santo es el más celebrado, en Palma tiene mayor arraigo el Jueves Santo. Las 33 cofradías de Ciutat desfilaron por orden de antigüedad y partiendo desde la iglesia de la Anunciación de María por las calles Oms, Sant Miquel, Plaça Major, Colom, Cort y Palau Reial, parando en la Seu y volviendo al punto inicial. Se recuperó así el recorrido del siglo XIX que, además, agilizó la procesión.
Muchas personas aguardaban el inicio de la marcha en la misma Plaça de l'Hospital y repartidos a lo largo de la Costa de la Sang, donde no pocos reservaron sillas para no perderse ningún detalle. Algo que se repitió en otros puntos privilegiados de la ruta. Los Tamborers de la Sala iniciarion la procesión seguidos de los arreplegats, como se conoce a los penitentes que no pertenecen a ninguna cofradía. A lo largo de la extensa procesión, que desde la esquina de las calles Oms y Sant Miquel se pudo contemplar cómo subían los miles de penitentes que participaron, se sucedieron largos aplausos para animar a los costaleros.
En este mismo punto, tras completar la prolongada cuesta, se congregaron centenares de personas para ver la llegada de la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Nuestra Señora de la Paz, con el imponente paso que representa a Jesús frente Caifás en la primera estación del Via Crucis y que encabeza el desfile.
El cielo, algo nublado, dio una tregua a los devotos mallorquines, al contrario de lo que ocurrió en el resto de España, donde la lluvia ha dificultado o directamente obligó a suspender muchas procesiones. La temperatura, además, fue cálida y animó muchos a acercarse a contemplar la procesión que también festejaba los centenarios de las cofradías de la Esperanza y la Agonía.
Varios legionarios encabezaron el paso del Ecce homo, una de las tres imágenes de confección mallorquina que desfilaron y que bajó por la Costa de la Sang hacia las 22.20 horas. El paso viviente con centuriones romanos y Juan Carlos Capó, descalzo, interpretando a Jesús cargando la pesada cruz, cumple este año 96 años.
A la llegada a la sede del Consell de Mallorca en la calle Palau Reial, que el Crist de la Sang preside desde 1564 como patrono, el presidente insular, Llorenç Galmés, hizo una ofrenda floral a la esperada imagen. Lo mismo hizo la presidenta balear, Marga Prohens, que también esperó hasta pasada la medianoche para recibir al santo.
En la catedral se acogió a todas las cofradías y se dedicó una plegaria al Crist de la Sang, que inició desde la Seu el camino de vuelta a la Iglesia de la Anunciación de María acompañado de la cofradía de la Virgen Dolorosa y de representantes del resto de cofradías. Una vez en el santuario, recibió la adoración de los feligreses que lo acompañaron hasta el último momento.