El próximo mes de abril, el Banco de Alimentos de Mallorca dejará de percibir hasta mil toneladas que procedían de la UE y dependerán de la voluntad de la sociedad civil –empresas privadas y particulares– y del 0,7 % del IRPF tras la aprobación de las nuevas tarjetaa monederoa que sustituirán a la cestas de alimentos. Se trata de un nuevo sistema que pone en vilo el futuro de este y el resto de bancos del país a pesar de que esperan resistir y llegar a los objetivos.
El Banco buscará la manera de llegar a las toneladas de productos que cada año necesitan para cubrir las necesidades de las 100 entidades a las que proveen de alimentos y que benefician a 30.000 personas en situación de vulnerabilidad. El programa de tarjetas monedero irá destinado a las familias con hijos a cargo que cobren por debajo del 40 % de la renta media. De las 30.000 personas vulnerables a las que les llegan alimentos desde la entidad mallorquina, un 16 % son familias con niños que podrán beneficiarse de estas tarjetas.
Esto, en palabras del presidente del Banco, Ramón Montis, «deja al margen a mucha gente, desde personas mayores hasta asociaciones y comedores sociales que seguirán dependiendo de nosotros». A partir de 2025, las comunidades se encargarán de su gestión. El Govern reparte cada año el 0,7 % del IRPF al Banc. Por otra parte, el Consell de Mallorca, durante la anterior legislatura, destinó una subvención para la entidad, puesto que «a pesar de ser una fundación benéfica, generamos gastos de consumo y electricidad», explica Montis a este periódico. Sin embargo, la preocupación mayor, con la que coinciden los bancos de toda España, es que dejarán de recibir ayuda de los fondos europeos.
«Durante la pandemia, Europa fue clave. Aportó el 85 % de los alimentos necesarios a los bancos y el resto lo hizo el Estado», destaca. Así las cosas, desde el Banco de Alimentos lamentan que ahora «tengamos que llorar a las instituciones para conseguir subvenciones y llegar a las mil toneladas al año, y recurrir a la sociedad».
El Banco distribuye al día entre cuatro y cinco toneladas de alimentos. Ahora tendrán que buscar nuevas fórmulas para no perder el ritmo, como por ejemplo incentivar las campañas de recogida de alimentos y las famosas operaciones kilo, que ahora se hacen dos veces al año.
Montis recuerda que la familias beneficiarias de la tarjeta acudirán a supermercados para adquirir los productos y que, por lo tanto, comprarán a precio de mercado. «Si tenemos que bajar el ritmo ahora, tras este nuevo sistema, que nos deja en un segundo plano, lo haremos; pero queremos atender las mismas necesidades», asegura Montis.