Independizarse a los 25 años y tener la vida encaminada se ha quedado ya en un sueño para muchos jóvenes que han perdido la fe en que puedan emanciparse pronto de casa de sus padres. Baleares es una de las siete comunidades autónomas donde ni siquiera el sueldo medio de un joven es suficiente para pagar en solitario un alquiler, según el último informe del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España. Los jóvenes entrevistados para este reportaje creen que en Mallorca, si no se hereda una vivienda, o se cuenta con una familia adinerada, «no será viable independizarse».
Caterina Muntaner, de 27 años, es doctoranda de la UIB y vive con sus padres porque su beca no le da para hacerlo sola. «Con los sueldos que tenemos y el precio de la vivienda, no se puede adquirir nada. De mi grupo de amigas, todas están en la misma situación que yo y las que sí han podido independizarse ha sido por una herencia o por tener una segunda vivienda». Caterina defiende que «no es que queramos estar en casa de nuestros padres, sino que la precariedad se está extendiendo entre los jóvenes y es una vergüenza». Su compañero de doctorado, Bo Miquel Nordfeldt, 25 años, es de la misma opinión: «No es suficiente el sueldo que me pagan para poder pagar un alquiler. Y soy un afortunado por poder vivir con mi madre». En su caso, tampoco conoce amigos que, a su edad, hayan podido pagar un inmueble. ««Es terrible que con 30 años no podamos salir de casa», lamenta. Bo Miquel tiene un contrato laboral a tiempo parcial para un proyecto sobre robótica submarina. Son cinco años que podrían ampliarse a ocho, sin embargo «no veo hasta los 30 esa idea de independizarme».
Eric Alfaro, de 27 años, es técnico y ahora ha podido emanciparse porque su novia cuenta con una vivienda familia. «Esto es un caso muy concreto, pero sin darse esta coincidencia seguiría ahora mismo viviendo con mis padres. Es imposible que alguien que cobra un salario como el nuestro pueda pagar 900 euros de alquiler». Eric también cree que en Mallorca «la única vía para emanciparnos es accediendo una vivienda familiar». Y considera que es el Estado el único que puede aplicar «controles» a los precios de alquiler y de compra.
El joven Albert Trias, de 24 años, es un caso de opositor y trabajador que ve lejos el hecho de vivir solo: «Muy poca gente que cobra un salario digno de 1.500 euros puede emanciparse. Y si sé de alguno es porque cobra mucho o tiene la suerte de tener una familia con propiedades». Albert está opositando y, aparte, trabaja en un gimnasio 20 horas a la semana. «Lo que cobro me da para cubrir gastos», señala, pero su idea, una vez obtenga la plaza, será comenzar a ahorrar. «En Mallorca, la solución es tener la suerte de que tu familia tenga otro piso que te pueda prestar, porque si no, creo que sería más viable alquilar. Mi padre, a mi edad, tenía un piso a su nombre y ya pagado».
Su amigo Josep Garí está estudiando ADE y Derecho. A pesar de ser carreras que le pueden dar buenas oportunidades laborales, ve el futuro negro: «Esta es la realidad que vivimos, y ojalá nos podamos independizar antes, pero conozco muy pocos casos. Si puedo, trabajaré en Mallorca porque podré ahorrar, pues tengo la suerte de vivir con mis padres. Y una vez tenga trabajo, empezaré a plantearme comprar. Los jóvenes de la Isla vivimos en desventaja con el resto de jóvenes de la Península. Aquí se debería equiparar el salario con el IPC».
Su nombre es Joan Miquel Camps, tiene 31 años y desde los 19 no ha dejado de trabajar. A pesar de ello, vive con sus padres y ve «imposible» comprarse un piso. Es un caso de trabajador fijo discontinuo en hostelería, lo que pasa largas temporadas en el paro. Sin embargo, estuvo ocho años trabajando en el aeropuerto Son Sant Joan, cinco en la compañía aérea Iberia y tres en Norwegian. También ha ido aceptando trabajos temporales en souvenirs y como chófer.
«He mirado de compartir piso con amigos, pero a la larga es inviable para mí. Solo veo habitaciones de entre 600 y 800 euros en Palma, así que vivir emancipado lo veo muy lejos», explica, y advierte que «por lo menos el 75 % de mis amigos de más de 30 años vive con sus padres. En Mallorca no se puede comprar ninguna vivienda, y mucho menos una persona sola a día de hoy». Joan Miquel da fe de que muchas de sus amistades «se están volviendo locas» buscando un inmueble, y dice: «Doy gracias a tener un salario digno, que me ha dado para comprarme un coche nuevo, pero barato. Si no, apaga y vámonos».
Belén Dalmau este año cumplirá 30 años y es politóloga y agente de igualdad, pero por un tema de salario ahora trabaja como auxiliar administrativa en un hospital privado. «Vivo con sus padres porque es imposible independizarse», asegura. Entre las razones, lamenta, por una parte, que los salarios sean tan bajos que se tenga que destinar más del 30 % a un alquiler. Segundo, «solo veo pisos de entre 800 y 1.200 euros mensuales en barrios humildes cuando antes estaban a 400 o 500 euros».
Le parece una «aberración» que «un país con un estado de bienestar los jóvenes no podamos independizarnos con estos salarios tan precarios que asumimos tras salir de la carrera y con la barbaridad de los precios en la compra y en el alquiler». Se siente, como el resto de los entrevistado, «frustrada» y esto ha hecho que se replantee irse a la Península: «En Asturias hay pisos nuevos y baratos y en la Isla, caros y viejos y extranjeros que vienen a comprar inmuebles».