El drama de Mourad El Yassini comenzó a principio de año. Tiene 53 años y lleva 22 años residiendo en Palma. En estos últimos 13 años vivía en la casa de su progenitor, de unos 80 años, que es la misma persona que desde hace casi un año intenta desahuciarlo para recuperar el inmueble, ubicado en Pere Garau, a pesar de que su padre vive en Tetuán (Marruecos).
Este martes por la mañana, una veintena de policías nacionales han acudido al piso y han ejecutado el desahucio programado. El caso había sumado hasta cuatro intentos de lanzamientos suspendidos. Mourad ha tenido que acompañar a su mujer al Hospital Son Llàtzer, que ha sufrido un accidente en la mano al intentar retener la puerta del piso y ha necesitado puntos. El matrimonio tomará cartas en el asunto contra los agentes, según han informado a Ultima Hora.
«Estamos destrozados. Ayer no podíamos ni dormir. Nunca imaginé que pudiesen hacer esto mis padres. Si llegara a imaginar el traje que han hecho, te digo que ni siquiera me hubiese casado. He pasado muchas cosas en mi vida, pero como esta ninguna. Me ha superado», dice, consternado, Mourad por teléfono, que desde hoy se hospedará, junto a su mujer (embarazada) y su hijo menor, con un amigo.
Él no se siente un okupa, porque ni siquiera tenía contrato de alquiler, ya que este piso tenía que ser suyo, y todo lo achaca a un problema familiar «muy complejo y largo». Pero la guerra contra sus padres se remonta hace unos cuatro años, cuando Mourad El Yassini presentó su actual mujer a su familia. «Cuando conocí a ella, que vivía al lado de Melilla, empezaron los problemas. A mis padres no les gustaba porque no era una mujer con dinero. Mi padre tiene más de 20 pisos entre Tetuán (Marruecos) y Ceuta (donde está empadronado). Ellos nunca quisieron que me juntara con ella, y menos todavía que la metiese en el piso cuando la traje a vivir a Palma», sentencia.
El piso donde vivía Mourad desde hacía 13 años la compró su padre en 2011, a través de su hijo, en la crisis financiera. En 2018, ya estaba todo pagado. Mourad asumió la reforma, según cuenta a este periódico. "Jamás mi madre me ha hecho un contrato de alquiler. Había una buena relación, y él quería que este piso estuviera a mi nombre. Cada vez que iba a visitarle a Tetuán, le desembolsaba 2.000 o 3.000 euros. Yo fui quien le dije que esperara a ponérmelo a mi nombre, porque él ya quería hacerlo", cuenta.
Este proceso de desahucio comenzó hace aproximadamente un año, aunque hacía cuatro que no había ningún tipo de contacto. Tampoco se habla con sus hermanos. Ahora que se ha procedido al lanzamiento, no sabe lo que hará, si quedarse en Palma, donde es residente, o irse a otra parte.