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Societat Civil hará llegar a los ministros de la UE una carta que explica los impactos del turismo

Pide un estatuto de isla turística europea que determine las capacidades de carga

Imagen de archivo de saturación de coches en el mirador de sa Foradada. | Elena Ballestero - Elena Ballestero |PALMA

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El Fòrum de la Societat Civil (entidad que reúne a 22 organizaciones ciudadanas de Balears) hará llegar una carta a los ministros que participarán el próximo martes en Palma en la cumbre europea del sector en la que explica los impactos de la actividad turística y expone propuestas de carácter social, como el derribo o la reconversión de establecimientos obsoletos para usos habitacionales, sanitarios o culturales.

Jaume Garau, miembro de la junta directiva del Fòrum, ha explicado este viernes que «nuestras propuestas van dirigidas a que el turismo compense sus impactos mediante un pacto amplio y a largo plazo entre los residentes y las empresas hoteleras. Nuestro sistema turístico procede de la etapa franquista y sigue exactamente el mismo modelo de crecimiento continuo, dejando a los residentes en la marginalidad, hasta el punto de que éstos ya no van a playas y centros históricos porque todos estos espacios públicos están ocupados por turistas».

Según Garau, «hay que reconducir esta dinámica, aunque nos lleve años hacerlo y sin olvidar que existe un cambio climático que condiciona la situación. Aunque los ministros hablen en la cumbre de la sostenibilidad y la responsabilidad social del turismo, lo habrán hecho sin participación ciudadana. Por todo ello, se hace necesario un estatuto de isla turística europea que determine, entre otras cuestiones, las capacidades de carga. Ahora contamos con big data e inteligencia artificial. Junto con la reconversión del transporte aéreo y marítimo, la Unión Europea deberá abordar en un momento u otro la situación de las islas turísticas, teniendo en cuenta el cambio climático, la disponibilidad de agua y la transición energética. A nivel europeo, el turismo debe ser gobernado».

Entre otras cuestiones, la carta del Fòrum de la Societat Civil propone también la modernización de las edificaciones hoteleras sin un incremento del volumen construido y reconvertir las zonas turísticas maduras con más espacios verdes públicos y la mejora de las redes de transporte.

Por otra parte, este viernes ha tenido lugar otro acto previo de la Contracimera Social del Turisme, con la mesa redonda online y presencial Menys creuers, més vida. Una lluita global, sobre la actividad de los megacruceros. Francesca Savoldi, doctora en Geografía Humana, ha explicado que «se ha creado una nueva relación entre los puertos y las ciudades. Los megacruceros han provocado un crecimiento de las infraestructuras portuarias pagado con dinero público y que no es una demanda de los residentes, sino una imposición de las navieras. De esta manera, el puerto impone su ritmo sobre la ciudad. Allí donde se produce este conflicto, la contestación y la movilización contra esta situación ha unido al activismo ecologista con el ciudadano, cuestionando que los megacruceros sean un factor de prosperidad. Y, en cualquier caso, los megacruceros deben respetar las normativas y los límites de contaminación».

Jane da Mosto, científica y activista medioambiental, ha destacado que «se sigue potenciando el turismo de megacruceros y los límites impuestos en Venecia en 2021 no han sido una solución. Esta actividad turística está condicionando las ofertas de trabajo en la ciudad. La solución pasa por la protección de la laguna de Venecia y de la propia ciudad».

Christian Kopp, responsable de Transporte de la organización ecologista alemana Nabu, ha señalado que «los megacruceros utilizan los combustibles más contaminantes y no hay que olvidar los efectos nocivos de las partículas que emiten estas embarcaciones sobre la salud humana. En la cubierta de un megacrucero se encuentran 380.000 partículas por centímetro cúbico, cuando lo normal en una ciudad son 20.000 y en el campo, 2.000».

Finalmente, Dídac Navarro, de Ecologistes en Acció, se ha refirido a la situación de Barcelona, «donde pueden amarrar cinco megacruceros, lo que supone 50.000 personas en un fin de semana. A la contaminación de esta actividad se añade un tipo de comercio estandarizado que no ofrece ningún producto local».

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