El abogado y exjuez sustituto Javier Vidal formó parte de uno de los primeros jurados populares de Mallorca que juzgó un crimen, en concreto el que se celebró en 1998 contra Juan Soberats, el asesino de la profesora de baile Margalida Fiol. El letrado recuerda la experiencia: «Fue positiva, teniendo en cuenta que estaba estudiando Derecho y fue una oportunidad de ver in situ lo que es el Derecho. Fue una práctica real, no la teoría que estudiábamos en aquellos momentos».
Además, Vidal fue elegido portavoz del jurado, lo que le acarreó una responsabilidad extra porque se trató de un crimen muy mediático y la presión era tremenda. «Nos tenían totalmente aislados de la sociedad, para que no nos contamináramos. Dormíamos en un hotel del Paseo Marítimo, pero allí desconectaron la televisión, para que no viéramos las noticias desde las habitaciones y recibiéramos información del exterior».
El aislamiento de los nueve miembros del jurado popular era total. «Nos recogían en un coche y nos llevaban a la Audiencia, donde se celebraba el juicio, y después nos devolvían al hotel. No podíamos tener contacto con nadie del exterior. Comíamos en la Audiencia y cenábamos en el hotel del Marítimo, pero en el restaurante nos tenían un reservado para nosotros, para que cenáramos solos, sin otros clientes al lado con lo que pudiéramos hablar».
El jurado, finalmente, alcanzó un veredicto de culpabilidad contra el acusado que estaba siendo juzgado, pero el abogado Eduardo Valdivia recurrió el fallo. «Las preguntas que el magistrado presidente formuló se hizo induciendo a votar a la culpabilidad, según denunció el letrado defensor del acusado», rememora Vidal.
El abogado palmesano ha seguido de cerca la polémica por el veredicto contra Pau Rigo, el anciano de Porreres hallado culpable por matar de un disparo al ladrón que entró a robar en su casa, y cuyo fallo ha sido erróneo por un defecto de forma, y tiene clara su opinión sobre este tipo de procedimientos judiciales. «Estoy en contra del jurado popular tal y como está regulado ahora mismo. Hay que recordar que es obligatorio en España y muchas veces, por ende, se hace a desgana. Hay trabajadores, padres de familia, que no se pueden permitir estar cuatro días o una semana aislados, porque tienen compromisos laborales o familiares».
El exportavoz del jurado contó que les remuneraron por pasar una semana deliberando, «pero no recuerdo la cantidad. No sé si eran cien euros diarios o menos». También, según Vidal, hay muchos de los integrantes de estos jurados «que no tienen el más mínimo interés por la Justicia y estar obligado a participar en este formato no es una buena opción. No te obligan, por ejemplo, a estar en el quirófano cuando un médico está operando. Por el mismo motivo no deberían obligar a los ciudadanos a que se sienten a formar parte de un jurado popular si no quieren. Hay mucho en juego».
Para el prestigioso abogado palmesano, «la gran confusión del jurado es que no sabe distinguir entre Justicia y ajustado a Derecho. La Justicia como tal no existe: a todos nos sabe fatal que hayan condenado a Pau Rigo. La ciudadanía puede pensar que no es justo, que se defendió de un ladrón violento, pero otra cosa es que sea ajustado a Derecho. En Estados Unidos existe la figura de legítima defensa, pero en España está regulada de distinta manera», concluyó.