«Culpamos a nuestros hijos o alumnos por nuestro comportamiento, se les sigue castigando y hablando desde un prisma de superioridad. En cambio, pocas veces les pedimos cómo están. Antes de reñirles debemos preguntarles cómo podemos ayudarles». Así de claro lo ve el conocido intervencionista familiar Pedro Gargía Aguado, que saltó a la fama presentando el programa de televisión Hermano mayor, en el cual trataba con adolescentes con comportamientos muy conflictivos. «Hasta no hace mucho era un analfabeto emocional», ha confesado durante su participación en el III Foro de Educación organizado este sábado por Emotions Mallorca en el Auditorium de Palma y al que han acudido unas 600 personas.
El también exjugador de waterpolo y medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta cree que las generaciones más jóvenes lo tienen más complicado a la hora de gestionar la frustración, porque los de la suya (nació en 1968) estaban obligados a esperar en muchos aspectos de la vida diaria y no se les sobreprotegía, como sí suele pasar ahora. La tecnología, además, cree que en este sentido se ha convertido en una barrera y, al facilitar tanto las cosas, promueve que los adolescentes toleren menos las situaciones complicadas. La resiliencia, como capacidad para adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos, ha sido el tema central de esta edición del foro, en la que han hablado ponentes muy diversos.
El sociólogo y jesuita José María Rodríguez Olaizola ha centrado su intervención en reflexionar sobre las diversas «tiranías» que afectan a la sociedad: la del deseo genera insatisfacción y va más allá del querer comprar cosas materiales, a través de aspirar continuamente a lo que no se tiene; la mediática impide desconectar y prima la cantidad sobre la calidad; mientras que la tiranía de la imagen, que afecta especialmente a los jóvenes, dificulta la reflexión. También ha hablado sobre la felicidad: «Si la reducimos a una tiranía emotiva, basada en la diversión, el éxito y el bienestar, eliminamos aspectos fundamentales como la rutina, lo cotidiano, porque si todo es extraordinario, nada lo es».
Olaizola considera que todo esto se ha producido porque se ha puesto demasiado énfasis en los sentimientos. «Son muy importantes, pero si solo te dejas llevar por ellos, estás perdido», ha señalado, y ha denunciado el egocentrismo imperante porque «te hace estrecho de miras». Asimismo, ha alertado sobre la «trampa» de centrarse solo en el presente para saber afrontar mejor la frustración: «Si lo único verdadero es el presente, cuando la cosa vaya mal, entonces, ¿qué haremos?», se ha preguntado.
La fundadora del portal ‘Adolescencia positiva', que busca ayudar a las familias, y profesora de inglés y educadora Diana Al Azem ha enumerado tres tipos de alumnos: «árbol», «flor» y «gramíneos». Los primeros, en su opinión, son duros, resistentes y chulos, pero cuando tienen un problema sus ramas se rompen porque han sido educados de forma estricta. Los segundos se caracterizan por estar sobreprotegidos, lo que les hace demasiado vulnerables. El tercer tipo, en cambio, son flexibles, a veces les tumba un problema, pero se levantan con facilidad porque son mucho más resilientes tanto en casa como en clase.
Al Azem ha nombrado grandes desafíos de la educación, como la falta de concentración o la soledad, pero ha destacado el aburrimiento como el mayor enemigo del éxito académico. «Hay que tomar conciencia de ello, es algo que se puede entrar, como ir al gimnasio», ha afirmado la educadora, y ha pedido al público que cerrara los ojos, guiándolo en una clase improvisada de meditación para practicar la atención plena.
El inspector del Cuerpo Nacional de Policía Pelayo Gayol, que se dio a conocer a través de la serie GEO: más allá del límite, como responsable del adiestramiento de futuros agentes del Grupo Especial de Operaciones, ha compartido conocimientos aplicables a la educación. «Todos somos educadores, todo el mundo ha influido en la vida de los demás, para bien o para mal. Lo místico de esto es que no nos hemos dado ni cuenta», ha señalado.
Gayol ha defendido que la confianza se gana en el día a día, no con discursos, y que en la vida hay que ser coherente y ejemplar. También ha explicado en sus formaciones trabajan en desmontar y modular el ego de los agentes para evitar que les genere una falsa percepción sobre ellos mismos. «El objetivo es tratar de tener una actitud constructiva y ver cómo aprender», ha dicho. Asimismo, cree más en liderazgos informales y horizontales porque «ejerce más poder, un compañero líder que te diga que la estás liando, que no un profesor mandando a callar a los alumnos».