Joan Cerdà (Manacor, 1973) es el presidente de la demarcación de Mallorca del Col·legi Oficial d'Arquitectes de les Illes Balears (COAIB). A unas horas de conocer los detalles del nuevo decreto de Vivienda que el Govern presentará este martes a los agentes del sector, Cerdà reflexiona sobre el problema de la falta de vivienda residencial en Balears y sobre las posibilidades de abordar esta problemática sin necesidad de crecer en vertical. Crecer siempre tiene un coste y no tiene por qué ser necesariamente un coste visual o paisajístico.
¿Debe Palma unificar alturas y crecer en vertical para paliar la falta de vivienda?
—No necesariamente. Sin conocer los detalles del decreto Ley que aprobará el Govern, me parece un tema delicado. Las herramientas para intervenir en el mercado de la vivienda ya las tenemos en la actualidad. Son los Planes Generales de Ordenación Urbana (PGOU) de las ciudades y pueblos, la Llei d'Urbanisme de les Illes Balears y el Pla Territorial de Mallorca.
¿Qué podemos hacer con esas herramientas?
—Usemos las herramientas que tenemos para definir el modelo de ciudad que queremos para los próximos 30 o 40 años, que haya un consenso entre los agentes del sector pero también con la ciudadanía para definir el modelo de territorio y a partir de aquí desarrollar todas las medidas para que sea una realidad. Es necesario abrir un debate mucho más profundo.
¿Cómo solucionamos la falta de vivienda?
—Entre las medidas que se podrían adoptar está la de intensificar parte de la ciudad. Es algo que desde el colegio hemos propuesto en más de una ocasión. Creemos que es una medida que, combinada con otras, puede dar salida al problema de vivienda o de plazas residenciales que nos faltan en la Isla. Evidentemente por lo que ha salido en prensa, lo que plantea el decreto (crecer en altura) no se puede hacer de forma masiva. Diría que necesita un estudio casi quirúrgico en profundidad que casi iría calle por calle o barrio por barrio.
Hay quien habla de rellenar todos los huecos...
—No puedes plantearlo como un relleno de todos los huecos que tienes en el espacio urbano, poque además eso supone muchas cosas. Supone un aumento de densidad poblacional y por lo tanto de la movilidad y supone una saturación y presión sobre los suministros y servicios. Es algo que hay que estudiar de forma coherente. Además puede ir asociado a otras medidas que también hemos planteado como modificar las intensidades de uso de las viviendas. Tenemos unos índices de intensidad de uso y un decreto de habitabilidad de un modelo habitacional que ya no es vigente.
¿Las viviendas que se construían hace 20, 30 o 40 años no sirven para la Mallorca actual?
— Antes la vivienda estándar tenía cuatro dormitorios y hoy en día evidentemente el modelo más demandado es el de dos dormitorios o incluso uno. Esa propuesta de intentar en el mismo edificio donde ahora tienes planta baja más cuatro viviendas tener ocho viviendas manteniendo el mismo número de plantas pero también de personas y de volumen... Creemos que con medidas como esta, acompañadas de otras que den seguridad jurídica e incentiven a los propietarios a alquilar, muy probablemente favoreceríamos el aumento del parque público de viviendas sin aumentar el número de plazas de vivienda residencial.
¿Cuántas viviendas hay vacías en la Isla?
—No lo sabemos. Ese es uno de los grandes problemas con el que nos encontramos actualmente. Es necesario disponer de un censo real de viviendas vacías para hacer que se pongan en el mercado dando seguridad jurídica a los propietarios. Falta un censo real de la vivienda vacía en Mallorca porque, aunque tenemos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), estos son datos aproximados, no son ni mucho menos una radiografía real de lo que hay.
¿Cuál es el modelo de ciudad de la Mallorca del futuro?¿La revisión de los índices de intensidad es necesaria más allá de Palma?
— Está claro que el modelo de vivienda ha cambiado. El índice de intensidad es un parámetro urbanístico que cada municipio lo tiene y si alguno no lo tiene el mismo Pla Territorial ya lo marca. Es evidente que donde hay más presión es en las zonas más pobladas o más densas como Palma pero es una reflexión a futuro porque lo que ha cambiado es el modelo de familia. La unidad familiar ya no es de cuatro hijos o cinco sino que es de un tamaño más reducido. Eso tiene que influir en los índices de intensidad y en los parámetros que marque el decreto de habitabilidad como puedan ser los espacios mínimos que debe tener una vivienda o cómo tienen que ser. Son puntos que habría que abordar con agilidad.
¿Mediante un decreto ley?
—Con independencia de lo que este martes nos expliquen sobre el contenido del decreto de vivienda (que podremos estar o no de acuerdo con él) pienso que un decreto no es la forma de hacer urbanismo. Hay otras herramientas que ya existen y que se pueden usar para corregir cuestiones generales. Es necesario consensuar un modelo a largo plazo, las herramientas para marcarlo y su hoja de ruta más allá de la política del momento.