Las mariposas están en claro retroceso en Baleares. Su población disminuye año tras año y lo hace en sintonía con el aumento de las temperaturas y el descenso de la pluviometría, pero también con la transformación paisajística del suelo rural. «Desde que los científicos empezaron a tratar de entender cómo el cambio climático puede repercutir en la biodiversidad, las mariposas han recibido gran atención y son un modelo de estudio por su carácter bioindicador. Son lo que se conoce como organismos ectotermos (aquellos cuya temperatura corporal depende del medio externo) por lo que su ciclo biológico está estrechamente ligado al clima», explica el investigador Pau Colom.
El ecólogo Pau Colom es el coordinador en las Islas del proyecto Catalan Butterfly Monitoring Scheme (CBMS) que nació a finales de los años noventa en Cataluña y se ha expandido a Andorra y Baleares. Voluntarios de todo el archipiélago repiten semanalmente un mismo recorrido a pie en el que anotan cuántos ejemplares de mariposas encuentran en su camino y a qué especies pertenecen. Los científicos procesan después esos datos para medir el impacto del cambio climático sobre la biodiversidad.
Actualmente hay 11 estaciones o itinerarios en Mallorca, ocho en Menorca, uno en Ibiza y uno en Formentera. Las personas que estén interesadas en contar mariposas pueden contactar directamente con la CBMS. Cuantas más estaciones de recogida existan en las Islas mejor se podrán medir los efectos que el cambio climático está teniendo sobre las especies que las habitan.
«Aunque las causas de la disminución de especies son múltiples observamos claramente que en la medida en que aumentan la temperatura y la sequía hay menos mariposas. El calentamiento y la sequía tienen un impacto directo en las plantas de las que ellas dependen, bien para alimentarse o bien para depositar sus huevos», dice el experto.
Se observa también en toda Europa (Mallorca no es una excepción) que los cambios paisajísticos están provocando un declive de especies de mariposas. Cada vez escasea más la vegetación en las zonas urbanas y las zonas rurales tienden al abandono de la agricultura y ganadería tradicional. «Para la mariposa y otros insectos que dependen de hábitats abiertos los monocultivos y el uso de pesticidas son claramente perjudiciales y Baleares también se comporta así. A medida que se pierden los hábitats de prados tenemos comunidades más pobres en especies», lamenta el investigador.
Las Baleares se incorporaron en 2001 a este programa de ‘ciencia ciudadana' al que cualquier voluntario puede incorporarse. Durante las primeras semanas acompañará a un voluntario ya en activo para aprender a distinguir las especies y adaptarse al sistema de recogida de información. Los últimos datos del CBMS confirman que las mariposas desaparecen de las ciudades catalanas.
En Baleares, como en el resto del Mediterráneo, «también se observa un declive importante de especies» dice Colom. El investigador explica que la mayoría de especies de mariposas disminuyen sus números y eso es en parte consecuencia del cambio climático pero esta no es la única causa. «Si comparamos los recuentos de mariposas con las lecturas de temperatura y de pluviometría vemos claramente que de un año para otro las especies de mariposas del Mediterráneo pierde población».
Pau Colom dice que la vistosidad de las mariposas es clave para el éxito de este programa de ciencia ciudadana. «Son fáciles de contar porque son muy visibles en en el campo y tienen un vuelo lento. Observamos un declive de las mariposas y esto se traduce también en el declive de otros grupos». Los voluntarios del programa realizan un día a la semana el mismo itinerario (de un máximo de 2 kilómetros de longitud) entre marzo y octubre. Cuentan especies e individuos una vez a la semana durante un máximo de dos horas y el recuento se manda al Museo de Ciencias Naturales de Granollers en el que se procesan los datos.
Las mariposas vuelan en primavera y en verano. En verano se produce cierto descenso a la espera de un repunte de especies migratorias que vuelan desde el norte en otoño. En invierno entran en fase de hibernación. Dependiendo de la especie en todo este periodo puede haber una o varias generaciones. Ninguna de las especies que se observan en Baleares son endémicas.
Hace un par de años que puede observarse también la mariposa monarca (muy llamativa por su gran tamaño) que es propia de Canadá y Méjico pero que con el aumento de la temperatura y la proliferación de la planta de la que se alimenta en los jardines, se ha establecido en las Islas. «Migra desde Canadá y Méjico», explica el investigador.
En 2008 se avistaron los primeros ejemplares de mariposa monarca en Baleares. Este hecho desconcertó inicialmente a los expertos y una de las principales hipótesis era que se soltaban en bodas. En el otoño de 2022 hubo una gran explosión de la especie y se encontraron varias zonas en las que estaban criando. «Es un buen ejemplo de que el cambio climático favorece la llegada e especies nuevas por los inviernos más suaves», concluye el ecólogo.