Puede que el lector no las haya probado, pero seguro que las ha visto en algún escaparate o ha oído hablar de ellas. Las empanadas argentinas han conquistado Mallorca. Repartidos en las principales arterias de Ciutat, numerosos locales han ido emergiendo en los últimos años, dedicados a la venta exclusiva de este tradicional manjar argentino. ¿Qué se esconde tras el éxito repentino de este producto? Julio Arrua Segovia y Gabriel Mateo fueron los pioneros en la isla y desgranan las claves que esconde algo, a priori, tan básico como una simple masa rellena. Es, dicen, la esencia de Argentina.
Tras 14 años como chef en el mítico restaurante Caballito de Mar, en la zona de la Llotja -ya cerrado-, Julio Arrua Segovia (Argentina, 1977) andaba en busca de una reinvención laboral cuando la pandemia encerró a todos en casa. En mitad de ese parón e incertidumbre, su amigo y doctor Gabriel Mateo (Argentina, 1978) le propuso abrir entre los dos un local dedicado exclusivamente a la venta de empanadas argentinas. «Al principio me pareció una locura», confiesa Julio. Aunque se vendían en algunas cafeterías, no existía en toda la isla un establecimiento dedicado exclusivamente a la venta de empanadas. «El desafío no era solo producir y vender la empanada, era crear un producto que transmitiera lo que es la empanada para el argentino. Para nosotros es símbolo de reunión y de amistad. En cualquier quedada, no falta quien traiga las empanadas para compartir entre todos», resume el chef, quien, animado por el desafío de transmitir ese concepto, aceptó el reto. Y enseguida, empezó a cocerse el proyecto, que acabó materializándose con la apertura del local Don't cry for me, en el carrer dels Oms.
La receta
Cada región tiene su propia adaptación de la receta clásica, aunque la base es la misma: una sencilla masa, a base de agua, harina y un poco de levadura. El interior es lo que va cambiando y lo que la convierte en una elaboración sumamente versátil y para todo el mundo. El relleno de carne picada o cortada a cuchillo con un guisado especiado de verduras, olivas y huevo y la de jamón y queso son los más clásicos, pero también las hay de queso y espinacas, de un relleno inspirado en el Mediterráneo y hasta de rabo de toro. En el local de Julio y Gabriel cuentan con 18 sabores.
No es solo su sabor lo que las ha catapultado al éxito: son una opción rápida y fácil de comer. Quizá convencidos por ello, las empanadas han conseguido 'enganchar' a todo tipo de perfiles: jóvenes, mayores, turistas... «Hay una empanada para todo el mundo», subraya el chef. Tras dos años abiertos, y pese a haberse incrementado la competencia inicial, aseguran, les queda aún una larga vida a las empanadas. «Hay una gran demanda. Ahora ya las vendemos a terceros. Restaurantes y bares nos las piden porque a la gente le encantan», sentencia el argentino.