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FUERZAS ARMADAS

«Espero que mi caso anime a otras mujeres a unirse al Ejército»

La comandante María Cruz Acero hace historia al ser nombrada responsable del Escuadrón de Vigilancia Aérea del Puig Major

María Cruz Acero, en una imagen captada en las instalaciones militares del Puig Major. | Miquel Àngel Cañellas

| Escorca |

El emblemático Escuadrón de Vigilancia Aérea (EVA) número 7 del Puig Major cuenta desde hace unos días con nueva responsable. La comandante María Cruz Acero se convierte en la primera mujer en acceder a ese puesto de mando y sienta un precedente que deja patente el crecimiento y la relevancia del papel de la cuota femenina dentro de las Fuerzas Armadas, y en este caso en el Ejército del Aire. Con más de veinte años de carrera, ahora encara un reto profesional que se añade a uno personal de enorme calado, pues hace casi dos años fue madre. Asume con ilusión y responsabilidad un mando inédito en la historia de Balears.

¿Cómo se da su llegada a Mallorca y, concretamente, al Acuartelamiento del Puig Major?
—La verdad es que venía asíduamente por trabajo desde la base de Morón. En las unidades del SAR, el avión que tenía se convirtió en un avión de vigilancia marítima, yo era Coordinadora Táctica y me ofrecía voluntaria a venir hasta Mallorca. Me gustó el lugar, el destino, el trabajo en sí, y he estado trabajando en Son Sant Joan desde 2016 y hasta noviembre de 2020. Después, pasé a la Subdelegación de Defensa.

¿Y la oportunidad de ponerse al frente de un punto estratégico para la defensa nacional como es el EVA7?
—Era capitana y al ascender a comandante, perdí mi destino. Se presentó la oportunidad del Puig Major como responsable del EVA7 y estuve esperando el relevo, pues el cargo es por espacio de tres años. Y creo que es una responsabilidad motivante, que me puede aportar muchas cosas en lo profesional y lo personal. Pero también es un puesto de exigencia, por estar al frente de una unidad importante.

La comandante jefe del EVA7, en su despacho del Puig Major. Foto: Miquel Àngel Cañellas

Para que la gente de la calle lo sepa un poco mejor, ¿qué misión tiene este destacamento dentro de un lugar tan emblemático de la Isla?
—El del Puig Major es un radar de vigilancia aérea y nuestra misión es mantener su máxima operatividad durante los 365 días del año paara cumplir con la misión que se nos ha encomendado, que no es otra que cubrir la seguridad del espacio aéreo español, dentro de nuestra área de competencia. Además, me corresponde estar al frente de diferentes dependencias y de las dos escuadrillas que componen el escuadrón, la de mantenimiento del radar y la de apoyo.

¿Genera un grado extra de respeto y responsabilidad ocupar un cargo de este calibre, y más siendo la primera mujer que recibe este encargo?
—La verdad es que sí, da respeto. Pero a la vez es algo emocionante, pues cualquier militar, cuando entra a formar parte de las Fuerzas Armadas, aspira al mando, a llegar a lo más alto posible dentro de su carrera. Para mí, asumir este puesto supone una gran ilusión, la que seguramente tenía cuando empecé, y por ello llegar a ser comandante y ponerme ahora al frente del EVA7 supone un reto profesional enorme. Pero también te motiva la exigencia y la responsabilidad de hacerlo bien y cumplir con tu labor. Además, soy primera mujer al frente de un Escuadrón de Vigilancia Aérea en España, y por ello en Baleares.

María Cruz Acero, ante el emblema del EVA7. Foto: Miquel Àngel Cañellas

Supone su ejemplo una motivación para todas las mujeres quue forman parte de las Fuerzas Armadas o quieren hacerlo...
—La mujer lleva 35 años en las Fuerzas Armadas y creo que es el momento de normalizar esta situación. Espero que casos como el mío o el de otras compañeras pongan en valor y normalicen el papel de la mujer en los diferentes ejércitos, que es relevante. O que anime a otras mujeres a unirse al Ejército. En mi opinión, pienso que se ha normalizado ya. Entiendo que era una cuestión de tiempo y el momento ha llegado, pues con estos años hace carrera, acumulas méritos y se presentan estas oportunidades. Por lo que a mí me corresponde, supone la culminación de muchos años de formación, trabajo y disciplina que ahora debo transmitir a quienes vienen por detrás. Eso forma parte de mi puesto y responsabilidad también, dando ejemplo al resto de integrantes del destacamento.

¿Cómo se produjo su acceso, en su caso al Ejército del Aire?
—Pues yo entré a través de una campaña de captación de mujeres para las Fuerzas Armadas. La verdad es que no tengo familia militar ni antecedentes, pero siempre me ha gustado y me ha movido la idea de servir y proteger a la ciudadanía. Siempre he sido aventurera, además, y en el Ejército del Aire he podido conseguir hacer cosas como controlar aviones, pilotarlos, lanzarme en paracaídas, gestionar armas... E incluso participar en misiones en el extranjero, como en Djibouti, en el marco de la lucha contra los secuestros de embarcaciones, o más cerca ya en el Mediterráneo, en la zona de Sicilia o Libia, peleando contra la inmigración ilegal y el tráfico de personas. Todo han sido experiencias que han sumado en muchos aspectos dentro de mi formación.

La responsable del Acuartalemiento del Puig Major observa el paisaje desde su despacho. Foto: Miquel Àngel Cañellas.

En los últimos años, las Fuerzas Armadas y en concreto el Ejército del Aire, han sumado a la hora de acercarse a la población y abrir puntualmente para eventos deportivos y de otro tipo instalaciones como la del Puig Major. ¿Entra en sus planes seguir con esta línea?
—Las Fuerzas Armadas somos una parte más de la sociedad española. Yo soy paridaria de seguir adelante con actividades cívico-militares y continuar atendiendo esas solicitudes para visitar este enclave y conocer mejor nuestro trabajo. Siempre con orden y siguiendo unas pautas o normas básicas, pues estamos hablando de una zona militar, pero también con un elevado componente medioambiental que hay que respetar. Todas las sugerencias y solicitudes las estudiaremos y tenemos las mejores intenciones. Incluso planteamos dirigir esas actitidades hacia agrupamientos de los visitantes en un día concreto o espaciadas, para minimizar el impacto en un espacio tan singular.

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