La máquina Enigma es capaz de ocultar cualquier mensaje en 1.800 millones de combinaciones. Su uso permitió al ejército alemán ocultar sus comunicaciones durante la II Guerra Mundial. Cuando fue descifrada gracias a años de espionaje y la invención de algo parecido a un ordenador gracias a un equipo liderado por Alan Turing. Conocer sus claves acortó la contienda dos años. En Palma hay una Enigma. Habitualmente está en el Museo del Castillo de San Carlos pero, hasta el cinco de agosto forma parte de la exposición con la que el Centro de Historia y Cultura Militar de Baleares celebra su 25 aniversario en su sede de la calle Sant Miquel.
La Enigma de Mallorca es una del medio centenar que fueron adquiridas al inicio de la Guerra Civil por el bando sublevado. De hecho es una de las diez primeras que se compraron y que fueron distribuidas en puntos claves. Uno de ellos fue la Capitanía General de Baleares. Según explica el coronel Juan Arnao, director del Mueso Histórico-Militar del Castillo de San Carlos, se trata del Modelo K, que fue comercializado en Europa por los alemanes. En la II Guerra Mundial, las tropas alemanas emplearon el Modelo M, algo más complejo que permitía unos cuantos millones de combinaciones más dado que contaba con un mecanismo adicional.
La pieza que conserva el Ejército de Tierra en Palma está completa y en perfecto estado. Recuerda a una máquina de escribir de principios del siglo XX y pesa parecido: unos once kilos. Conserva los cuatro discos que servían para introducir la clave de cifrado, la batería, todas las bombillas y el teclado completo, además de la caja de madera que le servía de funda. El mensaje se remitía por telégrafo sin más precaución. Sin la máquina y el libro de claves era ininteligible. El operario que lo recibía tenía que marcarlo en el teclado. En función de los rodillos se activaban los circuitos eléctricos y se encendía una de las bombillas que marcan las letras en el panel superior y así se recomponía el mensaje original.
El Centro de Historia ha reunido en la muestra algunas de las piezas más llamativas de los cuatro organismos que dependen de él: el Museo Histórico- Militar del Castillo de San Carlos, el Museo Histórico- Militar de Menorca, el Archivo Intermedio y la Biblioteca Militar.
La máquina de cifrado comparte sala con el bombo con el que se sorteó desde 1920 hasta 1990 el Servicio Militar en Baleares, con los sellos ‘apto' y ‘presunto inútil' incluidos. Destacan también documentos como la carta que el rey Fernando VII envió al Castillo de Bellver para ordenar la puesta en libertad de Jovellanos o un detallado plano de Palma de 1847 con la ciudad aún entre murallas.