Doce de la mañana. Rozando los 40 grados en Palma. Max Da Silva lleva horas de jornada laboral, limpiando baños para la EMT, pero todavía le queda lo más duro por delante: «es muy agobiante», reconoce. Sin embargo, opta por «tomar mucha agua y vitaminas porque hay que cuidar la salud para poder trabajar». Su labor es muy física «y estresante». Sabe que estas circunstancias le convierten en una persona de riesgo frente a las temperaturas extremas que se vivieron en la jornada de este martes. Lo mismo le sucedía a José Manuel Sánchez, camarero en el Born: «está siendo muy duro, tenemos sombra en la terraza pero se nota el calor, es asfixiante y agotador», decía. Sus clientes tiraron de agua, lo mismo que él que: «la tengo a mano porque hay que hidratarse», aseguraba.
El ambiente de Palma en las horas centrales del día era bullicioso como cualquier otra jornada, sin embargo proliferaron los manteros con sombreros, la venta de abanicos y las carretillas con agua fresca en cada esquina, «pueden pagar con tarjeta», decían. Aunque sarna con gusto no pica y las altas temperaturas fueron más llevaderas para los turistas que para quienes afrontaban, incluso con uniforme, una larga jornada laboral al sol. Jorn Gruber, un alemán residente en Badalona, vino con su hijo a pasar el día en Mallorca y le restó importancia a la alerta por calor. «Estamos acostumbrados a estas temperaturas», decía, sentado en la sombra mientras vigilaba a su hijo Adrián bañándose en una fuente. Tras la pausa todavía tenían que coger el tren para visitar Sóller.
El calor agota pero algo menos cuando se está de vacaciones. Es el caso de un matrimonio noruego, procedente del círculo polar Ártico, «así que nos encanta este tiempo», exclamaba Tove Marlen Bortheim. Habían ido en bicicleta desde la playa de Palma hasta la Catedral. «Sabemos que estamos en alerta pero bebemos mucha agua», añadió. Justo este lunes celebraban sus bodas de plata «así que queremos hacer cosas». Sin camiseta, pero con gorra, su marido, Harald Bortheim, sonreía advirtiendo que, al menos, «vamos por la sombra», justo de volver a la playa a darse un baño.
La de este martes ha sido una jornada sofocante en la que quien más quien menos se paseó con la botella de agua en la mano, se compró un helados para refrescar y descansó en un banco en la sombra. Se vieron abanicos e incluso ventiladores portátiles. Cualquier método era bueno para prevenir un golpe de calor.
Hospital General
Las temperaturas se llevaron especialmente mal en ciertos centros sanitarios. Si bien los trabajadores llevan denunciando el calor sobre todo en Urgencias, el sindicato USAE de auxiliares de enfermería criticaron el cierre de cuatro habitaciones de cuidados paliativos en el General.