Fue uno de los eslóganes de Podemos cuando todavía les votaba la gente, aquello de que la sonrisa cambia de bando. Así ha sido en esta ocasión: la sonrisa cambió de bando el 29 de junio y lo que ayer cambió de bando fue el coche oficial, mucho más práctico que la sonrisa, dónde vamos a parar. Ignoro si la nueva consellera de Salut, Manuela García Romero, ya disponía ayer de coche y chófer en su primer día como miembro del Govern, pero llegó tarde a la solemne sesión de inicio de la XI Legislatura. Si se me permite un consejo a los nuevos consellers, les animo a que intenten convencer al nuevo-viejo conseller del Consell Fernando Rubio de que no elimine el carril VAO: los coches oficiales pueden circular por él sin problemas.
La consellera se perdió la intervención del president del Parlament, Gabriel Le Senne, (foto circular) que casi tuvo más de tratado de historia que de intervención de inicio de legislatura. Por el Parlament se pasearon Frederic Bastiat y Friedrich Hayek, máximos exponentes del liberalismo y un tal Henry Hazlitt, que google me aclaró que es un señor libertario, como el president. Pero hubo referencias a los inicios del cristianismo en Jerusalén, al ágora de Aristóteles, a las provincias de Cecilio Metelo, a los reinos de taifas, y allí pensé en Boabdil, a los virreinatos de Ultramar de Pizarro y compañía y a los «caóticos cantones». Doy las gracias al president porque su discurso me ha permitido usar unas negritas que jamás habría imaginado y porque, por un momento, me trasladó a mis años de infancia y al libro de EGB ‘Historias y Leyendas'. Tuve la impresión de que a esa XI Legislatura se le había caído un X final: siglo XIX. Todo lo que dijo el president sonaba tan clásico que a veces pareció que el pleno era una sesión académica del Círculo Mallorquín.
El nuevo Govern ocupó su banco azul, con la excepción de la consellera de Salut y del de Turismo, Jaume Bauzà, que no estuvieron. Algunos dirigentes del PSIB escribirían que el Govern okupó su banco azul, el suyo, de su propiedad. El golpe ha sido duro y los socialistas andan aún en esa fase del duelo que consiste en la negación. La pasarán pronto, en cuanto se celebren las elecciones generales, llegue septiembre y comiencen los plenos. En las filas de Més se nota menos el duelo porque ninguno de los actuales diputados era conseller, pero Lluís Apesteguia, que haría un tratado de historia muy diferente al que hizo el president del Parlament, tampoco parece que se lo termine de creer.
Pero quien de verdad circula como alma en pena es el titular de la Conselleria de Vacaciones en el Mar, Juan Manuel Lafuente, que sigue sin sede oficial y anda buscando despacho por tierra, mar y aire. A la nueva hornada de asesores que ya empiezan a aterrizar en el Govern les sugiero, gratis, este cambio de nombre de la Conselleria a la vista de que, básicamente, se va a dedicar a yates y cruceros. Y, ya que hablo de nombres, me parece toda una genialidad por parte de la presidenta Marga Prohens que un señor que se apellida Lafuente gestione los recursos hídricos de la Comunitat. A ver si opera el milagro y se acaba con la sequía.