Catalina Cladera (Sa Pobla, 1972) da su última entrevista a este diario como presidenta del Consell de Mallorca, tras saberse que el PP y Vox gobernarán la institución. La socialista, que liderará la oposición durante los próximos cuatro años, carga con dureza contra su sucesor por haber cedido «a los postulados de la extrema derecha».
¿Cómo valora este pacto?
—Es una catástrofe para Mallorca. Llorenç Galmés es un mentiroso, no pinta nada en las negociaciones y me preocupa que nazca como un presidente tan débil porque no podrá reivindicar mejoras para la Isla. Les ha faltado valentía para negociar porque eran la lista más votada y no tenían necesidad de dejarlos entrar. En el Govern no han querido a Vox, pero aquí, sí. Han usado el Consell como moneda de cambio.
Salvo algunas medidas estrella, como quitar el carril Bus-VAO o la moratoria turística, el programa del PP prevé continuar con muchas de las políticas del Pacte. ¿Cómo cambia esto ahora que Vox entrará en el gobierno?
—Del PP no me creo nada. Galmés dijo que no pactaría con Vox y lo ha hecho, y estos no apostarán por ciertos asuntos sociales. Hemos visto que el PP no cree en el Consell y lo ha relegado a la hora de pactar, diría que habrá una reducción de recursos porque desde el Govern bajarán impuestos que se trasladará aquí. Se reducirá el presupuesto social del IMAS, que ha crecido un 100 % durante los últimos ocho años. Tampoco nos cuentan todo, hay un oscurantismo sobre qué harán. Por eso debemos vigilar y denunciar. Podrán justificar este retroceso porque el acuerdo prevé analizar duplicidades con el Govern y revisar la ley de consells, aprobada recientemente. Esto quiere decir que van a recortar porque Vox no cree en la institución y el PP la ha relegado. El PI ha pactado con ellos en muchos municipios y debería de replantear estos acuerdos.
¿Por qué cree que perdieron las elecciones de mayo?
—Fueron unos comicios en clave nacional y la gente no valoró la gestión y la situación de aquí. Los partidos de izquierda que hemos gobernado estábamos más centrados en la gestión y resolver los problemas y no hemos hecho una campaña de mensaje fácil, de odio, de rabia, directa, como sí han lo hecho la derecha y la extrema derecha.
¿No hace autocrítica?
—El PSOE tendría que haber sido capaz de ver venir lo que iba a pasar para movilizar el voto de la izquierda y haber intentado capitalizar el voto de Podemos que se ha perdido. Aun así, hay una ola de derechas aquí y a nivel europeo que nos ha hecho perder municipios emblemáticos como Calvià y bastiones como el Consell de Menorca. No lo preveíamos.
El nuevo paradigma parece que pasa por elecciones en las que siempre se vote en clave estatal.
—Puede ser, no sé cuánto durará, pero es cierto que ha cambiado mucho con respecto a otras épocas en las que se valoraba más lo próximo y la confianza que te deban los políticos. El PSOE ha presentado un equipo más solvente que la derecha, pero se han votado siglas. Muchos han apoyado a Vox sin saber qué son y qué representante tenían. La sociedad ha cambiado mucho y no hemos sabido entenderlo.
¿Se presentará de nuevo en las próximas elecciones?
—Estoy en el escenario de hacer oposición en el Consell, y tengo ventaja sobre Llorenç Galmés porque tengo mayor conocimiento en estos momentos de la institución y Mallorca. Dentro de cuatro años pueden pasar muchas cosas y no estoy para estos planteamientos.
Si el votante ya no se fija en el candidato próximo, ¿qué margen tienen para convencerle?
—Me consta que hay mucha gente que, tras ver los resultados del 28-M, tienen cierto arrepentimiento por no haber votado. Habrá una involución de 40 años en temas lingüísticos, ambientales, de memoria histórica y de derechos sociales. Quiero pensar que la sociedad mallorquina no está dormida y despertará ante lo que viene. Veremos qué pasa en las generales. Ni siquiera la derecha esperaba esos resultados. Desde la oposición hay mucho trabajo por hacer, como visualizar los avances que quieran destruir. La proximidad funciona porque hemos tenido municipios que han resistido al efecto nacional, y esto hay que ponerlo en valor desde el Consell.