La muerte del presidente del Grupo Sampol, Gabriel Sampol (Montuïri, 1936), pilló este lunes por sorpresa a toda la clase empresarial, turística y estamentos de Baleares, así como en la Península, entre ellos AENA. Siguió desde sus inicios los mensajes y la hoja de ruta de su padre José Sampol, que creó la empresa en 1934, y logró colocar con el paso de los años a la empresa familiar en una situación puntera en cuanto a desarrollo, innovación y apuesta por la diversificación en Baleares, España y en los mercados exteriores.
Con un sexto sentido, Gabriel Sampol supo estar desde el primer momento al lado de los hoteleros mallorquines en su proceso de internacionalización, lo que propició también la expansión al exterior del grupo Sampol con una clara y aguda visión personal y empresarial, algo en lo que coinciden todos aquellos que le conocieron o que tuvieron la suerte de cruzarse en su camino a nivel profesional y personal. No dejó de acudir a su despacho en la sede de la empresa, en el Polígono de Son Castelló, hasta que las fuerzas le fallaron.
Hombre sencillo, recto, gran trabajador y con una mente que no paraba nunca, su gran preocupación era sacar adelante la empresa, la familia, los trabajadores y lograr el máximo reconocimiento por el trabajo que realizaban allá donde se requería sus servicios. De los muchos galardones y premios a su trayectoria, en julio de 2011, Sampol recibió la medalla del Mérito al Trabajo, destacando su espíritu emprendedor y su dedicación al trabajo.
La anécdota que marcó su vida se produjo en los años 90, cuando el presidente de Riu Hotels, Luis Riu, le invitó a visitar la zona de Bávaro en República Dominicana. «¿Biel, te comprometes a poder traer energía eléctrica a esta zona de selva?», le preguntó Luis Riu. La respuesta que le dio Sampol con un «sí» como una catedral, marca al carácter de un visionario del turismo, de la empresa y de una tecnología que con el paso de los años se ha convertido en estratégica para la industria turística, aeroportuaria y cogeneración eléctrica.
El grupo tiene presencia en España, Italia, México, República Dominicana, Jamaica, Panamá, Colombia, Puerto Rico, Honduras, Aruba, Perú, Canadá y Cabo Verde, a lo largo de sus más de 88 años de historia ha desarrollado proyectos internacionales en 22 países y cuatro continentes.
Su legado lo continuarán sus hijos Carmen, Juan Carlos, José Luis y Fernando desde sus diferentes órganos de gestión.
Su muerte, a los 87 años, provocó la lógica reacción del estamento político y empresarial para mostrar sus condolencias, ya que era una persona muy querida y respetada a nivel institucional. La presidenta en funciones del Govern, Francina Armengol, a través de Twitter, señaló: «Nos ha dejado uno de los empresarios más importantes de las Islas y una figura clave del progreso de Balears». La presidenta de CAEB, Carmen Planas, indicó que se trata «de uno de los empresarios más destacados que dio lustre a la empresa familiar y multinacional».
Dentro de su faceta solidaria destaca la relación que tuvo con las Hermanitas de los Pobres, que ayer resaltaron su labor, así como su colaboración con Es Refugi y el Club Natació Palma.
El funeral por su alma tendrá lugar este jueves, a las 19.00 horas, en la iglesia parroquial de Santa Tereseta (Son Armadans).