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«Muchos taxistas se están viniendo a trabajar a Uber»

En los dos días iniciales de actividad, los chóferes de la multinacional, con trayectos mucho más caros, dicen que dejaron el taxi por sus largas jornadas

Miguel y Santiago, nuevos chóferes de Uber | Miquel Ángel Cañellas

| Palma |

En esta temporada alta que se nos ha echado encima, para desplazarse en taxi conviene ser precavidos y encargar uno con antelación. A las nueve de la mañana de este viernes había que esperar cinco minutos colgado del teléfono hasta que la teleoperadora contesta la llamada: taxi para dentro de hora y media, sin problema. El trayecto transcurre desde el centro de Palma a unos 10 kilómetros de distancia hacia las afueras. El coste es de 18,45 euros. El destino es el lugar donde estaciona la flota de vehículos de Uber, que se extiende entre una maraña de vehículos de alquiler, en un polígono. La de Uber parece una invasión calculada que ha provocado un auténtico terremoto en el sector del taxi.

Este viernes el trasiego no era muy intenso. A las once van llegando los nuevos chóferes del turno de la mañana, con apenas 24 horas de experiencia a sus espaldas. El jueves fue el día del debut, lo justo para aprender a usar la aplicación del conductor y los BMW y las furgonetas van Hyundai de nueve plazas con cambio automático.

Abraham Martín ya está a bordo del vehículo que conducirá a lo largo de ocho horas: «Antes era taxista en el aeropuerto. Esta temporada la empresa para la que trabajaba de conductor tenía problemas y no me habían llamado». Está contento: «Aquí se está mejor. Hay trabajo todo el año y por ocho horas pagan 1.500 euros». El salario es bruto y no hay pagas extraordinarias. El nuevo conductor de Uber ya está a punto de salir disparado, en busca de clientes. «Muchos taxistas se están viniendo. En el taxi, como contratado trabajaba 14 horas al día por 1.800 euros más propinas», lo que redondeaban sus ingresos a los 2.100 euros. Pese a la diferencia salarial, las horas no compensaban y Martín advierte que «se están viniendo chóferes de Alsa, de rent a car, de taxis... Mi hijo también vendrá. Tienen aquí 50 coches, unas treinta furgonetas y a eso se suma todo lo que vendrá».

Flota de vehículos de Uber, en Palma

Los chóferes novatos de Uber van cayendo. «La gente no ha terminado de bajarse la aplicación», explica Paquita, que afronta su segundo día de trabajo al volante con mucha tranquilidad.
Aparecen dos chóferes más, Miguel y Santiago, de apenas 26 años. «A mí me gustaría ser taxista en Palma pero una licencia vale 300.000 euros», dice Miguel, con familia que trabaja de taxistas contratados, «y seguro que están echando chispas». Mientras tanto, se busca la vida como conductor, tras encontrarse con una oferta de trabajo en Infojobs. Han llegado poco antes del mediodía para recoger su vehículo, cada uno de ellos un BMW recién matriculado y con apenas 100 kilómetros a cuestas en la Isla.

«¡Hala, a facturar!», dice Isaac, el mozo de coches de la campa donde se encuentra toda la flota de Uber, que acaba de darles unas instrucciones rápidas de cómo funciona la aplicación y el vehículo.
Saben que de momento no hay mucho trabajo durante estos días, «todavía no son conocidos pero ya lo serán», auguran. La marabunta de extranjeros que se espera este verano ya está viendo el logo de Uber y ellos están más acostumbrados a su uso. La diferencia de precios con el taxi tampoco parece importarles.

Isaac espera a que lleguen más conductores. «Mi suegro era taxista pero vendió la licencia. El VTC ya existía y lo único que hace Uber es traer la aplicación». Le quita importancia a la polvareda que se ha levantado estos días y que tiene a los taxistas en el punto de mira.

Para el viaje de vuelta nada mejor que encargar un Uber desde la sede central. Solicitado con más de media hora de antelación, sólo hay una furgoneta van de nueve plazas libre a la hora solicitada. Es la versión más cara, 57,07 euros el trayecto. Si hubiese un coche disponible en ese momento, el servicio Confort, el precio bajaría a los nada desdeñables 36 euros. Llamar a una emisora de taxi para pedir un vehículo resulta infructuoso en ese momento: el teléfono comunica.

Francisco Diego aparece puntual en el lugar con una furgoneta de nueve plazas cuyo interior huele aún a recién estrenado. «Era un parado de larga duración. Buscaba trabajo de cajero pero al final opté por ser conductor, aunque yo solo he llevado el coche familiar», explica Francisco Diego. Advierte que «hay muchos compañeros de Uber que han llevado taxis y esta mañana me contaban que en su primer día de trabajo, algún taxista se les acercaba mucho mientras circulaban y no le quitaba el ojo de encima».

Diferencia de dos facturas por el mismo trayecto: una de un taxi y otra de Uber.

El jueves solo hizo un viaje a Magalluf desde el aeropuerto. Ayer pasaba por Can Pastilla y «una mujer que esperaba en la calle cargada de maletas me levantó la mano para que parase pero no puedo hacerlo sin la aplicación». Al llegar al destino, Francisco intenta abrir las puertas traseras de la furgoneta pero le cuesta encontrar el botón adecuado. Todavía tiene que adaptarse al nuevo coche. El coste del trayecto es cuarenta euros más caro que un taxi. Algunos conductores de Uber contaban ayer por la tarde que «la mayoría de los taxistas nos miran mal. Uno me insultó y otro me hizo un corte de mngas. Están enfadados«.

Por la tarde, llamada a una emisora de taxis de Palma para comprobar su disponibilidad: «En estos momentos nuestras líneas telefónicas están ocupadas». El tiempo de espera es de cuatro minutos», dice Radio Taxi Palma mientras suena la música. Por lo menos, es relajante.

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