Mateu Ballester (Cala Rajada, 1956) se inició en 2006 en el voluntariado de Creu Roja Manacor y desde entonces ha estado al frente de esa sede, siendo las inundaciones de Sant Llorenç des Cardassar uno de sus grandes retos. Formado en Administración y diplomado en Empresas Financieras por la UIB, ha ocupado hasta ahora varios cargos de la entidad, pero desde este mes se ha convertido en el nuevo presidente de la Creu Roja Baleares, cargo que ocupará, al menos, hasta 2027.
¿Cómo afronta la nueva presidencia?
— La afronto con mucha ilusión y con muchas ganas. Llevo ya 18 años vinculado a Creu Roja Balears y he pasado por muchas etapas, como presidente local, como vicepresidente autonómico o vocal nacional. Ser presidente es un reto interesante, intenso y apasionante.
Llega en un momento de cambio político. ¿Qué espera del nuevo gobierno?
— La experiencia que tenemos y por el tiempo que llevamos, los gobiernos, fueran del color que fueran, no han tocado mucho nuestras áreas. Espero que no haya muchos cambios en Creu Roja porque al fin y al cabo nuestra actividad principal es atender a las personas, sobre todo a las más vulnerables, pero el cambio de tendencia ha sido una sorpresa.
¿Cuáles serán las líneas de estrategia de Creu Roja los próximos cuatro años?
— Hay cuatro líneas básicas que determina la «Cruz Roja de las personas», como la atención integral desde la educación, empleo, socorro, salud o medioambiente. Y en este sentido, intentaremos ofrecer una atención rápida respetando la igualdad y la inclusión social. La segunda línea será abordar aspectos como el cambio climático, la no discriminación y la igualdad de oportunidades. La tercera acción será trabajar para la sociedad con los voluntarios, donantes o colaboradores, que son indispensables para cumplir con nuestros objetivos y atender a los más vulnerables. Y la cuarta acción será trabajar para la transformación, el talento y la transparencia. Cruz Roja ha mejorado, en este sentido, su organización, gestión y digitalización.
¿Qué momento de su trayectoria en Creu Roja destacaría?
— En todos estos años, me he encontrado con varios incidentes que, de alguna manera, hemos ido atendiendo, pero sin duda en las inundaciones de Sant Llorenç des Cardassar tuvimos una acción muy rápida y efectiva para poder atender a las primeras víctimas y a los afectados. Este hecho fue un momento importante para mí, pero también destaco las distintas crisis económicas o recientemente la pandemia, que fue otro golpe fuerte e intervenimos; fuimos capaces de coordinar la logística para atender a nuestros usuarios.
Parece que pasa desapercibida la Creu Roja de la Part Forana pero hace un balance muy positivo del equipo.
— Lo que destaca de esta sede es la proximidad con el usuario. Al no estar centralizados, como en Palma, intentamos ser más cercano y eso ayuda a que se actúe más rápido. Estar en Manacor facilita mucho las cosas, además de que la sensibilidad de los voluntarios es tremenda.
¿Cómo valora la respuesta de Creu Roja ante el incremento de pateras en las Islas?
— La entrada de pateras en Balears no es la misma que en otras comunidades como las Islas Canarias o el sur de España. El procedimiento de recepción viene muy marcado por el Gobierno central y la Cruz Roja se encarga de realizar solo la primera valoración de los recién llegados. De momento, en Balears respondemos perfectamente a la llegada de estas embarcaciones, si no sobrepasa el número de pateras que hasta ahora lo máximo que hemos recibido en un día han sido 200 personas.
Preocupa sobre todo el aumento de pobres trabajadores y la crisis de la vivienda.
— Yo también veo que hay personas que no eran vulnerables que han entrado en fase de vulnerabilidad y son, precisamente, los trabajadores debido a la subida de precios que ha hecho imposible su capacidad de subsistir. No tienen suficiente para pagar el alquiler, la gasolina, entre otra cosas. En este caso, la entidad ya se anticipó a finales del año pasado con el programa nacional Reacciona porque se veía venir esta crisis y que afectaría a muchas familias. La entidad aportó a cada comunidad ocho millones para ayudar a las familias. En Creu Roja Balears llegamos a medio millar, al menos.