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El vapeo se dispara entre los jóvenes, un 40 % lo ha consumido

La conselleria de Salut lanza una campaña para informar de los efectos nocivos de esta nueva moda

Imagen de archivo de una mujer con un vapeador | MAR&GEN

| Palma |

Los expertos coinciden: el consumo de vapeo está aumentando, sobre todo entre la población joven. Según las encuestas Estudes y Edades si en 2016 lo consumieron el 19 % de la franja adolescente y juvenil, en cuatro años la cifra se duplicó hasta alcanzar el 40 % en 2020.

El indicador es extremadamente preocupante pues, aunque baja la población fumadora, crece de forma exponencial los usuarios de vapeo que, en la mitad de los casos, llevan nicotina. La peor parte, además, es que no está regulado y el proceso sigue muy verde, algo que la industria está aprovechando para potenciar el producto incluso entre niños, con la falsa etiqueta de que es nocivo o de que sirve para dejar de fumar.

Con la evidencia científica en la mano que ya demuestra el daño orgánico de su consumo a otros niveles, la Conselleria de Salut junto con la sociedad científica de Médicos de Familia IBAMFIC, han lanzado la campaña ‘Que no et venguin fum' destinada, sobre todo, a las redes sociales y al público más joven. El vídeo lo protagoniza el artista mallorquín Baaldo y se promueve con motivo del Día Mundial sin Tabaco.

Pese a celebrar la iniciativa, «vamos tarde», reconoce la doctora Lucía Gorreto, que se pregunta «en el cajón de quién está» la normativa que debe poner el foco en este cada vez más extendido problemas social. Y es que, si según las encuestas la población más vulnerable es de los 12 a los 18 años, se sabe que incluso los niños han empezado a probarlo. Recientemente, de hecho, se hizo viral un vídeo en el que se le regalaba una caja de vapeadores a una niña por su comunión. El problema pasa porque «cualquier niño puede acceder por siete euros a un vapeador con las forma de Pcoyó cuyo contenido puede ser equiparable al de dos cajetillas de tabaco», alerta el presidente de Consubal, Alfonso Rodríguez.

Y es que «la industria pone empeño en captar a los jóvenes», añade Gorreto, quien incide en que el aerosol es cancerígeno y la práctica produce lesiones pulmonares, tal y como recoge la campaña. El problema es que está permitido que «el diseño es muy atractivo y además es de sabor a fresa, nube o mango, va dirigido a ellos», lamenta la coordinadora autonómica de adicciones en Balears, Elena Tejero.

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