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Problemas para cubrir los puestos de carnicería, pescadería y frutería en los supermercados de Baleares

También los hay en otros departamentos, pero no son tan graves. Estas dificultades para contratar personal formado se dan en toda España y se calcula que este sector necesita a unos 1.000 empleados

Los supermercados tienen problemas para encontrar personal, especialmente los que trabajan con productos frescos. | D. ESPINOSA

| Palma |

Los supermercados de Baleares tienen problemas para cubrir las vacantes de carnicería, pescadería y frutería. Así lo ha confirmado Nuria Cardoso, responsable de Formación Asedas, la patronal que agrupa a los principales supermercados. También ha informado que tienen dificultades para encontrar al personal necesario en otros departamentos, aunque no son tan graves como los señalados anteriormente.

No obstante, Cardoso ha precisado este problema no es específico de las Islas, sino que afecta a toda España. En este punto, ha señalado que «uno de los escollos que hemos detectado es la dificultad burocrática para la movilidad entre Comunidades Autónomas de personas en formación. La mayoría de nuestras empresas operan en varias regiones y sería deseable facilitar los trámites administrativos intercomunidades en el marco de la Formación Profesional Dual».

En el conjunto del Estado español se necesitan unos 1.000 trabajadores para dar respuesta a las necesidades de los supermercados; no hay datos específicos del Archipiélago balear. «Las empresas de distribución de alimentación están preocupadas por las dificultades que tienen a la hora de encontrar personas suficientemente formadas en el tratamiento y comercialización de productos frescos. Por ese motivo, muchas de ellas optan por crear sus propios programas o escuelas de formación. La aspiración sería tener una base suficiente de profesionales bien preparados, motivados y con vocación en este sector, que tiene grandes posibilidades de desarrollo una vez que se conoce», ha declarado Cardoso.

La responsable de Formación Asedas ha explicado que «la formación profesional reglada está más centrada en la fabricación de alimentos que en la comercialización de los mismos, por lo que el problema es generalizado en todas las áreas de frescos. Hay que tener en cuenta que cada producto requiere de un tratamiento específico para su conservación, su tratamiento y su presentación y prescripción ante el consumidor, por lo que se trata de formaciones muy especializadas. Además, contar con unos conocimientos muy definidos en estas áreas tiene consecuencias positivas en aspectos medioambientales, como la lucha contra el desperdicio alimentario; en cuestiones relacionadas con la seguridad alimentaria o la puesta en valor de la cadena agroalimentaria en su conjunto, entre otros. De ahí, la importancia y el interés de los supermercados de contar con profesionales bien formados y motivados, que sean capaces de trasmitir al consumidor el enorme valor de los productos que están a su alcance en el supermercado».

¿Cómo solucionar este problema?

A su modo de ver, «sería positivo tener más escuelas de formación profesional que ofrecieran títulos relacionados con el sector de la distribución alimentaria. Pero el problema no es tanto de disponibilidad de centros como de oferta y difusión de títulos específicos de formación profesional para nuestro sector, especialmente en el tratamiento de los productos frescos».

Cardoso ha expresado que hay que abordar el problema desde dos ámbitos principales. Uno de ellos es la consideración social, que «se refiere a la necesidad de hacer campañas que informen del valor de la distribución alimentaria como un sector esencial para la población, donde se pueden realizar carreras diversificadas y enriquecedoras a través de oficios y profesiones que requieren de conocimientos especializados y que este saber hacer debe ser reconocido por la sociedad. Durante la pandemia, la población tomo conciencia de este hecho, del enorme valor de tener muy cerca de sus casas todo tipo de productos de alimentación y gran consumo gracias a los profesionales que lo hicieron posible. Debemos ser capaces, entre todos –administración, centros formativos y empresas-, de mantener viva dicha consideración social».

«El segundo ámbito consiste en actualizar continuamente los títulos disponibles en el Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales (INCUAL) para que estos se ajusten a lo que demanda el mercado de trabajo. En nuestro caso, es urgente la disponibilidad de títulos de tratamiento de productos frescos en el comercio, entre otros. Así mismo, desde los servicios de orientación que trabajan con jóvenes en las etapas educativas previas a la formación profesional es muy importante que estos títulos se conozcan y se difundan para crear vocaciones tempranas y profesionales motivados».

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