Han reescrito su propio guion, varias veces, alguno desde una situación privilegiada, otro desde la supervivencia y otro desde la frustración. Pero lo han hecho, todos, por un fin: ayudar y ayudarse, de forma desinteresada, desde el corazón.
La XI edición del congreso Lo que de Verdad Importa (LQDVI), volvió a llenar, un año más, el Palau de Congressos, en Palma. Más de 1.500 personas, la mayoría estudiantes, salieron este martes con los corazones removidos tras escuchar realidades difíciles, pero llenas de valores, constancia y superación, de la mano de la cooperante Lucía Lantero, el exfutbolista Julio Alberto Moreno y el exnadador paralímpico Enhamed Enhamed.
Antes de empezar con las ponencias, que arrancaron sobre las diez de la mañana y terminaron al mediodía, subió al escenario el presidente de honor de esta edición, el fundador y CEO de Ok Mobility, Othman Ktiri. Su discurso se trasmitió desde la cercanía para contar a los chavales que la generosidad, la felicidad o la ambición deben ser motores fundamentales de la vida de uno mismo.
Solidaridad y drogas
Podríamos decir que cada vida es única, relevante y merece ser escuchada. La ponente Lucía Lantero contaba por segunda vez en LQDVI cómo su vida cambió drásticamente por una decisión. Ella ni se imaginaba que, tras 12 años, sacaría adelante una ONG en Haití. «Soy la persona más afortunada del mundo», comenzaba así su discurso. Nació y se crió en Santander. Tenía una vida acomodada que ella misma recordó: «Estudié Ciencias Gastronómicas en Italia, salía de fiesta, iba a esquiar. Mi hermano me llamaba pijhippy. Lo era. Pero desde siempre hacía voluntariados. Cuando ocurrió en 2010 el gran terremoto en Haití yo tenía 25 años. Me dijeron si podía ir tres meses como voluntaria. Dije en ese momento que sí, porque iría y volvería a España a continuar mi vida». Pero Lucía no volvió.
Una situación le hizo cambiar de idea. Fue cuando conoció la realidad de los niños haitianos: vivían sin padres en la calle y eran violados. «¿Quién se encarga de ellos?», me preguntaba. «Aquí tuve un momento conflictivo: si ir por el camino fácil –marcharme a España– o quedarme a pesar de la incertidumbre». Pasaron dos y tres años, relató Lucía, y en ese tiempo, con la ayuda de otro cooperante francés, construyeron un primer espacio para acogerles. Con dificultad, al principio con tiendas de campañas, acabaron legalizando este proyecto, acogiendo a muchos niños y construyendo un colegio. «Los primeros niños que conocí en la calle, doce años después, forman parte de esta ONG Fundación Ayitimoun Yo», dijo emocionada, que se vuelca sobre todo en dar alimento, refugio y educación a niños huérfanos, maltratados, víctimas de abuso y esclavitud.
La historia que vino a continuación dio una lección vital, la de que un día puedes estar en lo más alto pero al otro, en lo más bajo. El famoso exfutbolista Julio Alberto Moreno habló sin tapujos de pobreza, éxito y drogas. Tuvo una trayectoria estelar en el Atlético de Madrid y el Barcelona en los ochenta. Sin embargo, Julio era un niño al que no le gustaba el fútbol. «Nací en una familia de padres que se maltrataban. Se pegaban cada noche. Uno de los recuerdos más bonitos fue con seis años, cuando, muerto de miedo, mi madre se sentaba en mi cama para que me durmiera».
Al año, la justicia retiró la tutela a sus padres. Julio Alberto y sus dos hermanos, una de ellas recién nacida, se repartieron. A Julio le llevaron a un orfanato. «Durante esos años me volqué en los estudios y en jugar a fútbol. Con 13, como era tan bueno, me llevaron a estudiar a Toledo». Sin embargo, marcaría de por vida a Moreno un episodio acaecido en un campamento en Segovia. «Una noche, el director entró en mi tienda, me tapó la boca y os podéis imaginar. No conté jamás esto hasta que entré en Projecte Home Balears en 2002».
Julio consiguió convertirse con 17 años en jugador del Atlético de Madrid, reencontrarse con su madre y recuperar a sus hermanos. Los cuatro se mudaron a Madrid y de la pobreza máxima empezaron a genera millones por el éxito de este futbolista. Ya en su época en el Barça, cuenta que «tenía coches de lujo, cinco casas, gastaba mucho dinero y me empecé a olvidar de ir a visitar a mi familia. En el 93 empecé a consumir drogas y en un año perdí dinero. Pensé incluso en quitarme de en medio». Vio la luz cuando en 2002, al límite, su amigo Tomeu Català, fundador de Projecte Home Balears, le instó a recuperarse en Mallorca. Aquí pasó ocho años hasta que hoy, con 64, vive en una casa de campo en Asturias, con sus dos perros y rodeado de amor. «Nunca pensé que iba a ser tan feliz como lo soy ahora, me volví a enamorar de la vida».
Constancia
Enhamed Enhamed se quedó ciego con ocho años. Pero eso no fue una excusa, pues se convirtió en un nadador paralímpico de elite, logrando cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008 y cruzando el Estrecho de Gibraltar nadando. Hoy es coach de estudiantes y empresas. «El pensar que no puedes es algo que te bloquea. Todos tenemos sombras, pero no hay sombras sin luz», reflexionó.
Su ambición por ser el mejor en algo que creía, la natación, le llevó a lo más alto. Para ello, dijo, no fueron tanto las hora de entreno físico, sino más bien de entreno mental, porque «ganar dura un momento, luego pasa. Son victorias efímeras, así que la cuestión es cómo te vas formando a lo largo de tu vida, qué huella te deja o qué identidad descubres».
Para Enhamed, «parece que ser ciego es no tener una visión para tu vida o que no eres capaz de hacer cosas. Y no es así. Para mí, la ceguera ya no es una excusa, sino que es una razón». Quiso transmitir a los jóvenes que se gana a la vida con constancia diaria, pues siempre aparecerá algo nuevo y hay que estar preparados. Hoy, Enhamed transfiere todos sus aprendizajes a personas con dificultades para motivarles a que se superen cada día.
Lo que de Verdad Importa también contó con charlas llenas de valores por parte del director de Sostenibilidad de Meliá Hoteles, Tomás Franquet; el jefe de Patrocinios Culturales de Telefónica, Félix Sanz; la responsable de Comunicación de Cantabria Labs, Paloma Valverde; la directora territorial de Fundación Axa en Balears, Chus Bañobre, y el responsable de Balears de Acción Social en la Red de CaixaBank, Diego Riera.
Alumnos del colegio Montisión y Ágora Portals, como también Tomeu Català, se encargaron de transmitir las preguntas del público a los ponentes.