Fue ampliamente aplaudida y el público acompañaba sus explicaciones con alguna risas cómplices. Después de una introducción repleta de números al panorama de la vivienda, llegó el turno de Carme Pinós, que recordó sus décadas de trabajo en una conferencia bajo el título Arquitectura con alma. «Hay una responsabilidad de la arquitectura con el paisaje pero se empieza destruyendo para construir. La pregunta es ¿qué vamos a destruir?», dijo la arquitecta, muy vinculada a Mallorca. De hecho, cuenta con una casa en la Serra y ha llevado a cabo muchos proyectos en la Isla. Es firme defensora del paisaje, en especial del de Mallorca. «Esta Isla es única y el Mediterráneo también. Somos fruto de él y esta es la mejor isla del mundo», dijo.
Pinós fue desgranando sus diferentes proyectos durante su charla, donde mostró su compromiso con el paisaje. Un ejemplo se llevó a cabo en Melbourne con el MPavilion, donde cada año un reconocido arquitecto internacional tiene que desarrollar un proyecto en una zona verde de la ciudad. «Es un parque abierto a todo el mundo y mi voluntad era formar parte de ese jardín». Tras idear una maqueta, «me gusta trabajar con las manos», su propuesta se adaptó a los montículos del parque y se fundió con el paisaje.
«Los arquitectos trabajamos la escenografía donde se desarrolla la sociedad. Hemos de tener claro cómo lo queremos, necesitamos espacios que sirvan al proyecto pero rodeados de belleza».
En México llevó a cabo el proyecto de un pabellón para desayunar, con vistas a un barrancal en Guadalajara. La construcción pasa inadvertida por el exterior. «Son muy crítica con estas casas en las que el paisaje es como una pantalla de televisión. Reivindico una casa que se apoya en el territorio que le rodea, que cada habitación tenga su espacio. Este paisaje de televisión es una tendencia culpa de Instagram. Quiero vivir los territorios», advirtió.
En la bodega La Horra, en Burgos, sigue esa misma premisa de fusión con lo que le rodea, mientras que en Estremera, en Mallorca, apuesta por una casa que goza de una manta de teja. «Hay que tratar el mar y la naturaleza en simbiosis total. La casa se traslada con el territorio». Esta fue una de las premisas del hotel Son Brull, en Pollença, donde además se sirve de sus reivindicados bancales típicos de la Serra de Tramuntana. «Cuando llega un proyecto, hay que estudiar el contexto, valorar el territorio, conocer sus tradiciones», explicó.
Premio Nacional de Arquitectura 2022, Pinós también ha recibido en los últimos meses el Memorial Arnold D. Brunner y la medalla de oro del Consejo Superior del Colegio de Arquitectos de España. Ha construido viviendas de protección oficial en México y también en Vallecas. La responsabilidad es una de las grandes directices de su trayectoria.