Javier Alcobre, de 41 años y nacido en Galicia, se ha dedicado toda su vida a la hostelería, hasta que un día la presión diaria, pues era jefe de cocina, le llevó a la deriva: empezaron así los años más difíciles de su vida con la adicción al alcohol. Él es uno de los usuarios que forman parte del programa Housing Led. Comparte un piso con otras personas hasta que pueda ser totalmente autónomo y con una vida nueva.
En 2012, Javier llegó a la Isla por primera vez. Ese año lo recuerda muy bonito, hasta que, al poco, empezó su pesadilla: «Me pusieron a mi cargo a 18 cocineros, era mucha presión y salía de noche hasta tal punto de no dormir ni dos horas», rememora. En 2018, por una complicada situación familiar, regresó a Galicia y allí quiso poner fin a sus adicciones, así que empezó en Proyecto Hombre. Sin embargo, al volver a Mallorca recayó. Volvió a entrar aquí, a Projecte Home, durante un año.
Tras salir, pasó cinco meses en Ca l'Ardiaca y finalmente a Housing Led: «Yo que he pasado por albergues, este programa de vivienda es mucho mejor, los trabajadores me llaman cada día, me siento más autónomo pero también muy querido. Es un equipo que está ahí, apostando por mí cada día».
Sobre la convivencia, reconoce llevarse muy bien con los compañeros, aunque no todo fue tan fácil para su plena adaptación en el hogar: «Al principio me costó. Yo era una persona con mucho dinero, y eso de verme en una casa que no era mía no lo llevaba bien. Pero ya puedo decir que hoy siento que es mi hogar».
Javier se encuentra inmerso en estudiar electrónica para así desvincularse por completo de la hostelería, sector al que «no quiero volver nunca más». Compagina estos estudios con lidiar con sus últimos problemas personales: la muerte de su padre y el suicidio de un primo hace un año. Pero él no pierde ni la esperanza, ni las ganas ni los sueños: «Mi objetivo es encontrar ahora un trabajo y dejar la habitación para alguien que le haga falta».