Rachid, el yihadista detenido en Campos el jueves, había radicalizado de forma alarmante su mensaje en las redes sociales y ya incitaba abiertamente a sus cientos de seguidores a cometer un atentado contra los policías españoles. Ese motivo, y el hecho de que siempre fuera armado, precipitaron su arresto.
La ‘operación Kadim' se inició el pasado mes de septiembre, cuando la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional detectó un perfil exaltado que era muy activo en determinados foros de internet. Luego, averiguaron que en realidad el mismo usuario había creado perfiles distintos para multiplicar su mensaje y llegar a más seguidores. El hombre, nacido en España pero de origen marroquí, difundía mensajes de odio y amenazantes contra policías, funcionarios, políticos y militares, y se autodefinía como «yihadista, muyahidin y sicario de Alá».
El problema con el que se encontraron los investigadores es que se trataba de un sospechoso sin arraigo en ninguna ciudad en concreto, y que se movía continuamente por la geografía nacional. Desde su dispositivo electrónico móvil, allá donde estuviera, se conectaba a los foros y continuaba con sus proclamas extremistas. A principios de este año, la Policía Nacional descubrió que había viajado a Egipto, y se dispararon todas las alarmas ante la posibilidad de que hubiera contactado con organizaciones islámicas y hubiera recibido entrenamiento para atentar.
Al poco tiempo, Rachid fue arrestado en la frontera de aquel país con Sudán, cuando pretendía entrar clandestinamente en el otro territorio en guerra. Las autoridades egipcias lo devolvieron a España, mediante una expulsión exprés, y el sospechoso, ya de vuelta en nuestro país, siguió compartiendo propaganda del DAESH. Su extremismo fue en aumento y llegó a incitar a atentar contra policías, antes de viajar a Mallorca. Su detención en la Isla fue inmediata: llegó un miércoles y el jueves fue sorprendido en la cochera de Campos donde dormía.