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De escolta a escoltado

Óscar Álvarez, intérprete de alemán en Palma, fue guardaespaldas de socialistas y luego le protegieron a él como concejal en el PP

Óscar Álvarez, con la Seu de fondo. | Alejandro Sepúlveda

| Palma |

Óscar Álvarez se hizo escolta cuando nadie quería trabajar como escolta. «Era una profesión muy demandada cuando ETA mataba y nadie se quería meter porque no estaba bien pagada», cuenta en la terraza de un hotel de Jaume III con vistas a la Catedral. Hoy trabaja como intérprete de alemán en los juzgados de Palma, pero durante 18 años protegió a políticos del PSOE amenazados por la banda terrorista en Llodio (País Vasco). «Donde ETA voló un cuartel de la Guardia Civil», apunta. «Lo importante era volver a casa sanos y salvos y descansar el poco tiempo que teníamos».

Más de una vez, recuerda, grupos de proetarras intentaron arrinconarlos. «Yo tenía la suerte de que iba con un compañero culturista y éramos dos para un concejal amenazado. Se hacía más llevadero. Vivimos juntos y la rutina era salir y volver a casa a la vez. A veces entrábamos a las tantas de la madrugada con la luz apagada y pistola en mano». Durante sus años como escolta vivió episodios de angustia. «Recuerdo que nos han seguido coches y tener que amartillar mi arma yendo de copiloto. No sabía qué iba a pasar y son segundos vitales que igual te salvan la vida».

Su etapa como escolta finalizó cuando Óscar, gijonés de 50 años, se afilió al PP de Navarra. «El partido habló con varias personas para ver quién se atrevía a ir a determinados lugares conflictivos y me ofrecí voluntario». En 2012 entró como concejal en Olazagutía, una pequeña localidad de 1.500 habitantes gobernada por Bildu. Y entonces fue él quien necesitó escolta. «Es una situación realmente incómoda tener que ir acompañado permanentemente por una persona», explica. Óscar tuvo la suerte de que todos sus escoltas fueron amigos suyos, de su entorno, del oficio.

– ¿Alguna vez se sintió amenazado?
Me han intentado intimidar en varias ocasiones con pancartas o pintadas con una diana. Si yo iba a las fiestas al pueblo, la Guardia Civil montaba un dispositivo de 15 agentes. Psicológicamente eso me afectaba. Cuando llegaba a mi casa sentía que entraba en una caja fuerte.

El intérprete de alemán tiene que recurrir a Google para recordar algunos capítulos de su vida. Como cuando colocaron en la localidad una pancarta que ponía ‘Enemigo del pueblo. A la mierda’ y, a continuación, ‘Asturies patria querida’. En el programa de actividades festivas se incluyeron actos de apoyo a los presos de ETA que fueron denunciados por el entonces concejal. Estaba solo contra Bildu

– ¿Merece la pena vivir así?
– No merece la pena ninguna situación en la que se intimida por pensar diferente, pero por coherencia y por respeto a las personas que votaron al PP se merecían un representante en el pueblo y que no quedase la silla vacía.

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