Salut Deudero (Palma, 1968) es una reconocida bióloga y ecóloga marina. Fue la primera directora del Centre Oceanogràfic (Instituto Español de Oceanografía-Consejo Superior de Investigaciones Científicas), donde ahora es profesora de investigación. Este jueves ofrece en la Reial Acadèmia de Medicina, a las 19.00 horas, la conferencia Contaminación por plásticos en el mar, un problema global. Este periódico la entrevistó el mismo día que supo que le habían concedido el Premi Ramon Llull.
Los plásticos son un problema global, pero en el Mediterráneo lo sufrimos especialmente.
—El Mediterráneo es una cuenca cerrada. Todo lo que entra o se crea en él es difícil que salga. Por un lado, tenemos un mar superpoblado y, por el otro, el plástico, como material, cumple muy bien su función. Es resistente, persistente, maleable y está en todas partes. El problema es que se convierte en un residuo. En el Mediterráneo se da una altísima incidencia, en verano o invierno.
Y usted investiga sus impactos.
—Sí, tanto en los ecosistemas como en los organismos marinos. Realizamos campañas en el mar y en las playas, tomamos muestras a diferentes profundidades y averiguamos la ingesta de plásticos en diferentes especies.
¿Algunos datos al respecto?
—El 70 % de la mortalidad de las tortugas marinas del Mediterráneo se debe a la ingesta de plásticos o por quedar enredadas en ellos. En todas las especies que hemos estudiado hay ingesta directa o acumulada de plásticos, en forma de fibras o fragmentos. También detectamos microplásticos, es decir, inferiores a 5 milímetros. No llegamos a los nanoplásticos, que serían inferiores a una micra y pueden pasar del intestino a la sangre. En el 35 % de las medusas hemos encontrado plásticos y en atunes hemos descubierto tapones enteros. El problema no es sólo que una especie ingiera plásticos, sino que éste se acumula en el ecosistema y en la cadena trófica. Y a su propia toxicidad se añade el hecho de que el plástico atrae otros contaminantes emergentes.
¿Cuáles son estos contaminantes emergentes?
—Metales pesados o pesticidas, pero también encontramos compuestos farmacéuticos, drogas sintéticas, restos cosméticos y basura electrónica y nanotecnológica. Incluso hemos encontrado cocaína en peces. El plástico es un grave problema, tal vez el más visible, pero no es el único.
¿Cómo incide en un pez la ingesta en un plástico?
—Hemos experimentado con doradas y les hemos proporcionado alimentación con presencia de plásticos. Hay efectos en los marcadores bioquímicos, en el hígado, en las células sanguíneas y en el cerebro. Hemos detectado incluso neurotoxicidad, es decir, alteraciones en el comportamiento. Cuando les hemos quitado esa alimentación con presencia de plásticos, su estado ha mejorado notablemente.
Y si comemos un pescado con plásticos, pasan a nuestro cuerpo.
—Sí, pero creo que se deberían estudiar más los efectos en la salud humana. No se han investigado lo suficiente.
Los que en el mar sólo nos bañamos, vemos plásticos flotando, pero no los que hay a mayores profundidades.
—En el fondo marino se depositan muchísimos plásticos. A 600 metros de profundidad hemos visto imágenes de fondos que son auténticos vertederos. El mar es muy dinámico, pero su fondo es muy estable. Y se ven plásticos mordidos. No hay que engañarse. Podemos ver o bañarnos en un mar aparentemente limpio, pero si sacamos muestras y las analizamos, siempre aparecen plásticos. En cualquier zona y momento. Por ejemplo, en otra investigación en diferentes archipiélagos mediterráneos, resulta que Cabrera, virgen y parque nacional, era el más contaminado por plásticos, incluso más que islas habitadas. Cabrera no genera esos residuos, pero le llegan. Y no sólo del norte de África, como algunos sugieren.
Si no paramos esto, ¿qué efectos puede haber a medio plazo?
—Estamos modificando el ecosistema e incidiendo en el metabolismo, la fisiología y la reproducción de las especies.
¿Qué podemos hacer, más allá de gestionar bien nuestros propios residuos?
—En Balears existe un problema de capacidad de carga. Es un territorio insular y limitado con sobrepoblación en la costa. Los visitantes multiplican por 16 la población residente. Hay mucha gente en la playa y navegando, y también hay emisarios, pero es que el mar recibe plásticos incluso por el aire. Una papelera o un contenedor lleno cerca de la costa va a aportar más plásticos al mar. Y en los puertos falta infraestructura para la recepción de residuos de las embarcaciones. La disparidad competencial entre las administraciones públicas en el medio marino tampoco ayuda.