El historiador David Ginard acaba de publicar Matilde Landa. El compromiso y la tragedia (1904-1942). Es el segundo libro de Ginard sobre esta figura tras Matilde Landa. De la Institución Libre de Enseñanza a las prisiones franquistas (2005). El autor explica que «este libro no es una revisión del primero, sino otra obra, una reconstrucción completa». Como es sabido, Landa, extremeña de nacimiento, se suicidó en la cárcel de mujeres de Can Sales, en Palma, tras recibir duras presiones para que se bautizara, a lo que siempre se negó.
Landa, formada en el entorno de la Institución Libre de Enseñanza y relacionada con intelectuales como Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado y Miguel Hernández, fue durante la Guerra Civil responsable de los hospitales militares republicanos y de la ayuda a refugiados. Organizó la evacuación de civiles de Málaga a Almería, la Desbandá, que, como se recordará, acabó en una masacre de miles de personas por los ataques franquistas.
Ginard explica que «Matilde Landa provenía de un republicanismo burgués, pero poco antes de la Guerra Civil se afilió al Partido Comunista de España -PCE-. Durante la contienda, se hizo cargo de la Delegación de Información Popular, dependiente del Subsecretariado de Propaganda de la República. Residía en Barcelona, pero salió de la ciudad un día antes de que cayera en manos franquistas. No se sabe cómo, pero pudo llegar a Madrid. A finales de marzo de 1939, con la guerra a punto de concluir, se puso al frente del Comité Provincial del PCE en Madrid, que en aquellas circunstancias era como ser la máxima responsable del partido en toda España».
El historiador señala que «Landa fue detenida el 4 de abril y estuvo seis meses en la Dirección General de Seguridad, en una cárcel sin luz y sometida a interrogatorios. En septiembre fue trasladada a la prisión de Ventas, donde organizó la redacción de instancias para conmutar penas de muerte, consiguiendo algunas salvaciones, pero ella misma fue condenada a muerte en diciembre. Finalmente, le fue conmutada la pena y fue condenada a 30 años de cárcel, siendo trasladada a Can Sales, donde había unas mil mujeres en condiciones muy duras. Allí empezó la presión para que se bautizara, incluso con chantajes: si se bautizaba, se mejorarían las condiciones de las presas con hijos menores de tres años. El 26 de septiembre de 1942, se suicidó, lanzándose al patio interior de Can Sales. No murió inmediatamente. La agonía duró 45 minutos, lo que fue aprovechado para bautizarla».
El apunte
Aprendió catalán
En la cárcel de Can Sales, Matilde Landa pudo establecer contacto con el escritor y poeta mallorquín Miquel Ferrà, quien le proporcionaba libros. Alguien en la cárcel le dio a Landa clases de catalán, pues se animó a escribir cartas a Miquel Ferrà en esta lengua. Landa sabía portugués, gallego, francés e inglés.