La pandemia ha marcado un punto de inflexión. Sobre todo, entre los jóvenes. Acusados de condiciones laborales, en muchas ocasiones, precarias, y acorralados por una crisis habitacional, cada vez son más los que hacen las maletas buscando algo mejor. Desde hacerse efectivo el Brexit, Irlanda se alza como uno de los destinos europeos estrella. Sede de compañías como Ryanair, Google o Airbnb, con una renta por habitante de 72.746 €, la República Irlandesa es formalmente el segundo país más rico de la Unión Europea. Y con un salario mínimo de 1.800 euros, a dos horas y media de avión de la isla y angloparlante, cada vez son más los mallorquines que hacen las maletas para buscarse allí la vida. El país acoge a 11.786 españoles (según datos del INE de 2021), frente a los 8.064 que vivían antes de la pandemia. Un incremento de un 46 %, sin tener en cuenta las cifras de 2022, aún pendientes de publicar. Según los registros del Ministerio de Exteriores de finales de 2022, la cifra escala hasta los 14.000 españoles viviendo actualmente en territorio irlandés.
Sin ir más lejos, Mónica García (Marratxí, 1998) y Víctor Manera (Palma, 1997) aterrizaron en Dublín hace apenas unos días, en la víspera de Reyes. El objetivo: emprender una nueva vida juntos y aprender inglés, esencial en su sector, la hostelería. «Llevaba años con clases particulares y en academias, pero sentía que no aprendía», reconoce ella. Así, la solución con la que dieron en junio fue la terapia de choque: una inmersión total en un ambiente angloparlante. Mónica reconoce que «al principio estaba empeñada en ir a Reino Unido, pero pedían demasiados requisitos», por lo que, como tantos otros, acabaron decantándose por Irlanda, casi por descarte. «En los pocos días que llevamos hemos conocido a un montón de españoles».
A Adrián Gordillo (Palma 1998) se le puede considerar ya veterano. Aterrizó en Dublín por primera vez el 21 de octubre de 2021. Nunca había pisado territorio irlandés, pero fueron las buenas perspectivas laborales que ofrece el país las que le animaron a empezar allí una nueva vida desde cero. Graduado del FP en Alojamientos Turísticos por el IES Juníper Serra de Palma y, al principio, con nulo conocimiento de inglés, encontró trabajo como friegaplatos a los cuatro días. Esa facilidad de encontrar trabajo es lo que motivó tres meses después a su hermano, que también se mudó a Dublín. «Hay un boom de españoles. No paran de llegar», reconoce Adrián. Del grupo de amigos que formó en sus primeras semanas, 15 son de España. Según un estudio publicado por la Oficina Central de Estadísticas (CSO), la República ha superado los cinco millones de habitantes (16,79 % de su población) por primera vez desde 1851.
Tal avalancha de inmigrantes ha propiciado una crisis habitacional. Los que llegan, aunque con trabajo y sueldos elevados, se topan con un verdadero problema para encontrar vivienda. «Conozco a un español que estuvo dos meses viviendo en un hostal porque no encontraba nada. Dos días, en los que el precio del hostal subió hasta los 110 euros la noche acabó durmiendo en la calle para no pagar. Era noviembre», cuenta Adrián. Un año y tres meses después de emigrar, Adrián ha aprendido inglés, es recepcionista en el hostal que le acogió al llegar, tiene habitación y un nuevo amor que conoció en Dublín. No ha sido un camino de rosas, pero el palmesano destaca que «he aprendido mucho. La experiencia de emigrar me ha hecho cambiar mi comportamiento, mi forma de pensar, he aprendido a gestionar mis finanzas... El hecho de moverte te hace ver las cosas de forma diferente y conoces realmente lo que es el mundo».