Han transcurrido ya doce años desde que la Unesco declarara el Cant de la Sibil·la como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad; en la Isla se canta desde la Conquista, y formaba parte del teatro litúrgico medieval en media Europa. Aunque ha sufrido ligeras variaciones con el paso del tiempo, en la escenificación se mantiene la esencia medieval del rito. Ataviadas con una túnica blanca o de color, con bordados en el cuello y el dobladillo, una capa, y un tocado a juego con la túnica, las sibil·las avanzan por los templos mientras portan una espada erguida frente al torso, con la que trazan una cruz en el aire al concluir la procesión.
En su horario tradicional y con sus bancos abarrotados, a las 23 horas Nadia Akaârir cantó en la Seu con interludios de órgano y la Capella de la Seu, en una celebración presidida por el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull. «Aunque empecé con el Cant de la Sibil·la cuando tenía solo 15 años, esta ocasión es muy especial: es la primera vez que la cante en la Seu, un templo precioso y con mucha historia. Un honor. Hay algo que no ha cambiado en estos años, la inquietud por el significado y el texto del canto, y la emoción que supone», declaró Akaârir en el último ensayo antes de la celebración. Se trata de la primera persona del Cor de la Seu que canta la Sibil·la en la basílica.